Mujeres del alma mía by Isabel Allende

Mujeres del alma mía by Isabel Allende

autor:Isabel Allende [Allende, Isabel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2020-10-31T16:00:00+00:00


Pregunta del periodista al Dalái Lama: ¿Puede recordar sus vidas pasadas?

Respuesta: A mi edad me cuesta recordar lo que pasó ayer.

El tío Ramón, mi padrastro, fue un hombre activo y brillante hasta que dejó su puesto de director de la Academia Diplomática en Chile; entonces comenzó a declinar. Era muy sociable y tenía docenas de amigos, pero se le fueron poniendo seniles o muriendo. También se le murieron todos los hermanos y una hija. En su última época —alcanzó la venerable edad de ciento dos años— estuvo acompañado por Panchita, quien para entonces estaba bastante cansada del mal humor de su cónyuge y hubiera preferido ser viuda. Lo cuidaba un equipo de mujeres que lo mantenían como a una orquídea de invernadero.

«Mi error más grande fue jubilarme. Tenía ochenta años, pero eso no es más que un número, podría haber seguido trabajando diez años más», me confesó una vez. No quise recordarle que a los ochenta necesitaba ayuda para amarrarse los zapatos, pero estoy de acuerdo en que su lento declinar coincidió con su jubilación.

Esto ha reforzado mi decisión de seguir activa para siempre, de consumir hasta la última célula del cerebro y chispa del alma de modo que no quede nada cuando muera. No me voy a retirar, me voy a renovar. Y no pienso optar por la prudencia. Según Julia Child, la célebre chef, su secreto de longevidad era carne roja y ginebra. Mis excesos son de otra índole y, como Julia, no renunciaré a ellos. Mi madre decía que de lo único que uno se arrepiente en la vejez es de los pecados que no cometió y las cosas que no compró.

A menos que me derrote la demencia (que no se ha dado en mi familia longeva), no pienso convertirme en una anciana pasiva sin más compañía que un perro o dos. Esa es una visión aterradora, pero como dice Jampolsky, no hay que vivir con miedo. Me estoy preparando para el futuro. Con la edad los defectos y las virtudes se exacerban. No es cierto que con los años viene naturalmente la sabiduría, al contrario, casi siempre los viejos se ponen un poco locos. Si aspiramos a ser sabios hay que empezar a entrenarse desde joven. Mientras pueda, pienso arrastrarme escalera arriba al ático donde escribo para pasar mis días entretenida contando historias. Si lo logro, la vejez no me incumbe.



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