Los herederos de Hammerfell by Marion Zimmer Bradley

Los herederos de Hammerfell by Marion Zimmer Bradley

autor:Marion Zimmer Bradley [Zimmer Bradley, Marion]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1989-12-04T16:00:00+00:00


11

Tras la partida de Alastair, Conn se dedicó a vagar taciturno por la casa de la ciudad de una manera que preocupó a Erminie. Ella estaba dispuesta a prodigar a su hijo todo el amor que hubiera querido darle durante todos esos años, pero el joven era demasiado mayor para someterlo a grandes manifestaciones de afecto. Ahora que Alastair se había marchado y ambos estaban solos, Erminie advirtió con dolor que Conn era, para ella, prácticamente un desconocido. En cierta manera, todo lo que podía hacer con él era interrogarlo con respecto a sus comidas favoritas e indicar al ama de llaves que las hiciera preparar.

La complacía que el joven pasara mucho tiempo entrenando a la cachorra Cobre, y que aparentemente tuviera habilidad para eso. En ese aspecto, le recordaba a su padre. Rascard decía que poseía poco laran… Erminie se preguntó si su habilidad con caballos y perros no sería una clase de laran del que ella poco conocía.

—Deberías ir a la Torre para que te probaran, hijo querido —le sugirió Erminie una mañana—. Tu hermano tiene poco laran, lo que significa que tú, su gemelo, probablemente tendrás más de lo habitual. A decir verdad, yo estaba segura de eso cuando eras niño.

Conn sabía muy poco del laran y nunca había manejado una piedra estelar, pero cuando Erminie le trajo una, el joven logró sintonizarla tan rápida y naturalmente que su madre quedó encantada; era como si siempre hubiera estado en contacto con una piedra estelar.

—Tal vez encuentres tu verdadero trabajo y tu verdadera misión en la Torre, Conn, cuando tu hermano sea duque en Hammerfell —aventuró Erminie—. Sin duda no querrás ser un cortesano, poco más que su mayordomo o coridom [16]. Eso no sería un buen empleo de tus talentos.

Ante estas palabras, Conn frunció el ceño y su expresión se ensombreció, y la madre deseó no haber dicho nada. Después de todo, tanto él como Alastair habían crecido creyéndose el único sobreviviente y por lo tanto, el legítimo duque de Hammerfell. Si el joven estaba celoso o resentido con su hermano, nadie podía culparlo por ello.

Pero para su gran alivio, él se limitó a decir:

—Pase lo que pase, deseo permanecer con mi gente; Markos me enseñó que era responsable de ellos. Aunque no sea su duque, ellos me conocen y confían en mí. Pueden llamarme como quieran. A su manera, coridom es un título tan honorable como duque.

—Sin embargo —insistió Erminie—, tienes tanto laran que es necesario entrenarte; un telépata no entrenado se convierte en una amenaza para sí mismo y para todos los que lo rodean.

Conn sabía perfectamente que las palabras de su madre eran ciertas.

—Markos dijo lo mismo cuando yo era adolescente —coincidió Conn—. Pero ¿y Alastair? ¿No tiene nada?

—No lo suficiente como para tomarse la molestia de entrenarlo. Sin embargo, a veces pienso que su habilidad con caballos y perros puede ser una variante del antiguo don de los MacAran. Había MacAran en la familia de la madre de tu padre.

Fue a un armario y extrajo un pergamino para que él lo viera.



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