Ladrones De Historia by Pablo NAºA±ez

Ladrones De Historia by Pablo NAºA±ez

autor:Pablo NAºA±ez
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Narrativa Intriga Thriller
ISBN: 9788493772864
editor: www.papyrefb2.net
publicado: 2009-12-31T23:00:00+00:00


La nieve caía con una intensidad endiablada y era complicado caminar con la rapidez que pretendía Lolita. En poco más de media hora había acudido a la tienda para no levantar sospechas a su regreso, y ahora se encaminaba a Intendencia para el acordado encuentro con Duarte. El soldado, sobrino de la hermana Pastora, heredaba su nombre del autor de sus días, un ganadero portugués afincado en Cantillana que gozaba de una buena reputación como criador de toros de lidia. Duarte padre salió de Fátima con diecisiete años y un mundo de ilusiones en un zurrón totalmente vacío, entonces encontró aquel maravilloso pueblo en la provincia de Sevilla, la joya de Vicentelo de Leca El Corso, la villa de los barqueros y pescadores del Guadalquivir. Y allí conoció a Pastora y a su hermana Guadalupe, la que luego sería la mujer de su vida y madre de sus hijos. Las jóvenes cantillaneras estaban a punto de ingresar en el convento para consagrarse a los votos. Guadalupe perdió su corazón por aquel portugués loco que ganó una partida casi perdida de antemano a Nuestro Señor, que al tiempo perdía a una oveja para su rebaño eclesiástico aunque se aseguró su alma ejemplar y devota hasta el fin de sus días. Y Cantillana vivió el enlace con pasión, como no podía ser de otra forma, y con el sagrado grito clamando al cielo:

—¡Viva la Divina Pastora! ¡Viva la Pastora Divina! ¡Viva siempre la misma!

Guadalupe y Duarte fueron felices. El portugués prosperó hasta hacer dinero, comprar tierras y asegurar por fin el pan de los suyos. Sus hijos nacieron bajo el manto del amor de la pareja, pero un día la desgracia atravesó las ventanas de su hogar sin avisar, como un huracán en su vertiente más cruel y sin ofrecer un minuto para luchar y entablar resistencia al destino. Un buey endemoniado se llevó por delante a ambos cuando Guadalupe sostenía en su regazo al pequeño Duarte, suerte que con su último suspiro consiguió salvar al recién nacido y posarlo sobre un montón de heno. Nadie pudo hacer nada para salvarles la vida, y sus cuatro hijos adquirieron la condición de orfandad en la justa edad en la que un niño necesita a sus padres. La hermana Pastora solicitó la ayuda de sus superioras de la Orden de Santa Clara para acoger a sus sobrinos, y don Damián se encargaría de que el obispado corriese con los gastos de los estudios de los pequeños hasta que alcanzasen la mayoría de edad. El último en abandonar su segundo hogar fue Duarte, aunque en el peor momento, con una guerra civil en ciernes y bajo la protección de un oficial del ejército natural de Córdoba. Así comenzó su andadura por un país marcado a sangre y fuego y con el recuerdo imperecedero de un pasado tormentoso e injusto. Y así lo encontró Lolita, pensativo y triste aguantando la ventisca en el patio del cuartel de la ciudad abulense.

—¿Duarte, es usted?

—Sí, señorita, mi tía me dijo que es usted amiga y necesita mi ayuda.



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