La Ira de Dios by Brandon Q. Morris

autor:Brandon Q. Morris [Morris, Brandon Q.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2024-04-22T00:00:00+00:00

¡De hecho, eran cuboides! El telescopio acababa de cargar en la memoria sus primeras imágenes nítidas del cinturón entre los planetas b y c. Watson las revisó. Se acercaban al sistema a unos treinta grados de inclinación con respecto al plano orbital de sus planetas. Esto le dio una buena vista tridimensional de las estructuras. Los cuboides prácticamente no reflejaban luz, pero ya estaban tan cerca como para medir la poca que había.

Watson comenzó a recopilar estadísticas. Los objetos tenían una longitud media de arista de veinticinco metros. Orbitaban sincrónicamente, por lo que el cinturón exterior tardaba tanto en orbitar como el interior. No parecía haber turbulencias, lo cual era bastante atípico para un cinturón de este tamaño. Normalmente había colisiones, lo que provocaba más colisiones y, finalmente, un proceso que se extendía por todo el cinturón. Sin embargo, aquí reinaba la calma. Era como si alguien estuviera observando para asegurarse de que nadie se pasara de la raya. Sin embargo, no había comunicación alguna. Si había coordinación mutua, se producía de forma pasiva. Watson tampoco notó ninguna maniobra correctiva de objetos individuales. Todos se encontraban en caída libre; solo las leyes de la gravedad parecían determinar su movimiento.

Esto era muy extraño. Pero demostraba que había algo en juego que él no entendía. Aún no. Watson no creía en procesos que fueran, en principio, incomprensibles. Si a alguien se le hubiera ocurrido algo, debía poder comprenderlo. Solo necesitaba más datos. Por suerte, podía llenar la memoria del Buscador con ellos.

Mientras catalogaba los objetos individuales (había exactamente 211.630), Watson tuvo una idea. Por el momento, parecían estar orbitando en perfecta armonía. Por supuesto, no era necesaria ninguna comunicación. Pero ¿y si algo perturbara esos círculos? Si un asteroide pasaba cerca, aunque no hubiera colisión, su gravedad afectaría a los objetos individuales de manera diferente dependiendo de su distancia a él. Por lo tanto, debían reaccionar de manera diferente. Para volver a la armonía, la puesta a punto sería fundamental y él debía poder demostrarlo.

Tal vez necesitaba estropear un poco el orden. Al principio, Watson pensó en el Buscador de la Verdad. Pero era demasiado pronto para poner en peligro a la nave. En este momento, los 211.630 objetos parecían ovejas pacíficas en un prado, pero ¿y si fueran lobos dormidos esperando a los alborotadores? No, utilizaría la cápsula espacial que él mismo construyó. Le haría realizar una maniobra de impulso en el planeta c, lo que la ralentizaría y luego, después de una pequeña corrección, la guiaría al planeta b, apenas por encima del plano orbital de los planetas. Por lo tanto, no había que temer una colisión, sino que se podía esperar un efecto perturbador en el cinturón. Mientras tanto, el Buscador de la Verdad esperaría en órbita alrededor del planeta b, atento para ver qué sucedía.

Watson estaba satisfecho. Era divertido hacer planes. Sin embargo, de inmediato le invadió el remordimiento. ¿Se le permitía regocijarse mientras la gente luchaba por su supervivencia?

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