El estado de la unión by Nick Hornby

autor:Nick Hornby [Hornby, Nick]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2019-11-15T00:00:00+00:00

Sexta semana

Nigel y Naomi

Louise llega antes al pub. Paga las copas y se encamina a su mesa habitual. Tom entra por la puerta. Lleva un blazer con camisa. Se ha afeitado y se ha cortado el pelo. Antes de ver a Louise se toca el pelo nervioso.

Los dos se sientan y él le sonríe.

—Hola —dice.

Louise tuerce un poco el gesto, como si una sonrisa y un «hola» fueran algo raro. Y tiene razón: lo son, en el contexto de la dinámica normal entre ellos.

—Hola —dice ella.

—¿Qué tal has pasado el día?

—Bueno, ya sabes.

Tom se inclina y la mira a los ojos.

—No. Dímelo.

Louise está extrañada.

—¿Qué?

—Nada —dice Tom—. Estaba esperando a que contestaras mi pregunta.

—¿Es que me ves algo raro?

—No. Estás guapa.

—Oh, vale. Por favor, para.

—¿Que pare de decirte que estás guapa?

—De todo. De mirarme. De sonreír. Del… disfraz.

—No es un «disfraz». No llevo ninguno.

—El efecto es un poco similar —dice ella.

—Me estoy esforzando.

—Ya veo. Prueba de otra manera.

—Dame alguna pista.

—Por ejemplo, el mensaje que me has mandado esta mañana…

—Ah —dice Tom—. ¿Más cosas así?

—No. Nada así.

—¿Qué tenía de malo?

—Daba un poco de grima.

—«Ganas de verte luego». ¿Ese? ¿Da grima?

—Sí.

—Dios.

—Suena a que te esfuerzas demasiado.

—Me esfuerzo.

—Pues… no lo hagas.

—Lo haría si fueras una persona nueva.

—Claro. Pero no lo soy. ¿De verdad tenías ganas de verme?

—Sí.

—No te creo —dice ella.

—Entonces ¿tú no tenías ganas de verme?

—Te vi ayer.

—Pero eso fue como padres. No hemos tenido ocasión de charlar.

—¿De ponernos al día? —dice Louise con sarcasmo.

—Si quieres decirlo así.

—Pero en realidad no es como empezar de nuevo, ¿no? Te pones al día con gente a la que conoces desde hace mucho. Será lo que hagamos en el futuro si nos separamos. «¿Qué tal te ha ido?» «Los niños bien, ¿verdad?» «¿Tienes buenas fotos de la graduación?» «Encantada de conocerte, Naomi».

—¿Quién es Naomi?

—O Jenny, o Jackie. O como se llame. Tu nueva pareja.

—¿Y eso no te revuelve un poquito el estómago?

—No, la verdad es que no. Es que, si nos separamos, me gustaría que nos lleváramos todos bien.

—Ese todos incluye a tu nueva pareja, supongo. Russell o Nigel o Colin.

—Oh, mil gracias.

—Solo eran ejemplos de nombres.

—Una mierda de nombres.

—Podrían ser gente agradable. No le harías ascos a Russell Crowe. Ni a Colin Firth. Ni a Nigel… Kennedy.

—¿Nigel Kennedy?

—Nigel… de Jong, entonces.

—¿Quién es?

—Un futbolista holandés al que deberían haber expulsado en la final del Mundial. Le dio una patada a un jugador español en el pecho. Justo aquí.

Se señala el pecho.

—Fue una agresión terrible.

—No me lo estás vendiendo muy bien —dice Louise.

—Estoy seguro de que no es así en su casa.

—De todas formas no piensas en gente así. Te imaginas a directores de banco de las afueras de Londres.

—Nada que objetar a los directores de banco. Nos vendría bien tener uno en la familia. Y como mi solvencia es un problema, creo que no deberías menospreciarlo.

—¿Podemos no hablar de mi próxima pareja?

—Hablemos de la mía, entonces. ¿Qué hace Naomi, por curiosidad?

—Naomi… Um. No se me ocurre nada.

—Pues elígeme otra. Jenny. ¿Qué hace Jenny?

—Acaba de abrir su propia cafetería.

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