13,99 Euros by Frédéric Beigbeder

13,99 Euros by Frédéric Beigbeder

autor:Frédéric Beigbeder
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Sátira
publicado: 2000-01-01T00:00:00+00:00


5

La segunda noche, el maestro de ceremonias había organizado una expedición a la sabana. Objetivo: hacer creer a los empleados con contrato indefinido que verían el país y podrían evadirse de su lujosa prisión. Pero, claro, nada más lejos de la realidad: transportados en 4×4 hasta la orilla del lago Rosa para asistir a un espectáculo de danza africana seguido de un típico asado de cordero, no iban a poder ver nada auténtico. La excursión tendría como única finalidad comprobar que el paisaje se parecía realmente al folleto suministrado por el Tour Operator. El turismo transforma al viajero en controlador, al descubrimiento en comprobación, la sorpresa en localización, al trotamundos en Santo Tomás. Pero, bueno, de todos modos, Octave consiguió ser devorado por los mosquitos; así pues, una parte de aventura seguía siendo factible si uno olvidaba el spray con aroma a limón en la habitación del hotel.

Después de la cena, un combate de lucha senegalesa enfrentó a los participantes del seminario (con las siglas de Lacoste en sus indumentarias) con los guerreros de una tribu postiza (disfrazados de indígenas de película de Tarzán). La ocasión de admirar a Marronier en calzoncillos, revolcándose por el barro, con fondo de tam-tams, bajo el gigantesco baobab, la luna, las estrellas, con el vino con sabor a gasolina, las carcajadas a mandíbula batiente de la responsable de relaciones externas, la mirada hambrienta de los niños del lugar, el calor de la hierba de Casamance y la sémola salpimentada hicieron que Octave volviera a experimentar el deseo de abrazar el cielo, de dar las gracias al universo por estar allí, aunque sólo fuera de un modo provisional.

Le gustaba aquella permanente humedad que propicia que las manos se deslicen sobre la piel. Hace que los besos tengan un ardiente sabor. Cuando ya nada tiene sentido, cada detalle recobra su valor. Desengancharse de todo, ése era el mínimo vital para un adicto. Octave se había unido con recelo a aquel viaje obligatorio; y, sin embargo, ahora resultaba que rozaba lo sublime, tocaba lo eterno con la punta de los dedos, acariciaba la vida, superaba el ridículo, comprendía la simplicidad. Cuando el camello apodado «Mina de Oro» le entregó su bolsita cotidiana de hierba, se repantigó sobre la arena de la playa balbuceando: «Sophie», el nombre que le dejaba sin aliento.

—El amor no tiene nada que ver con el corazón, ese órgano repugnante, especie de bomba empapada en sangre. El amor ataca primero a los pulmones. No deberíamos decir «tengo el corazón roto», sino «tengo los pulmones asfixiados». Los pulmones son los órganos más románticos: todos los amantes contraen tuberculosis; no es casual que Chéjov, Kafka, D. H. Lawrence, Frédéric Chopin, George Orwell y Santa Teresa de Lisieux murieran de esa enfermedad; en cuanto a Camus, Moravia, Boudard, Marie Bashkirtseff y Katherine Mansfield, ¿habrían escrito los mismos libros sin esa infección? Además, que se sepa, la Dama de las Camelias no murió de infarto de miocardio; semejante castigo está reservado a los trepas con estrés, no a los sentimentales sin remedio.



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