Élite: asignatura pendiente by Abril Zamora

Élite: asignatura pendiente by Abril Zamora

autor:Abril Zamora [Zamora, Abril]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-14T16:00:00+00:00


Capítulo 5

Cuando se abría la puerta en casa de Janine, su madre nunca sabía cuál sería el estado emocional en el que irrumpiría su hija. ¿Estaría tranquila? No, eso nunca. ¿Sonreiría y la abrazaría? Se temía que tampoco. Puede que llegara con uno de esos arrebatos devoradores de alimentos variados —que se daba atracones con lo que pillaba, vamos—. Pero lo normal era que subiera la escalera hasta su habitación aguantando las lágrimas y con un nudo en la garganta. Así fue. La única diferencia con las otras veces en las que la chica llegaba en plan drama extremo a casa es que esta vez tras ella corría María Elena, que dada la velocidad y al ir por detrás parecía más que nunca Casper, el fantasma.

Ya en la habitación y con la puerta cerrada, Janine entró en un nuevo bucle, en un monólogo de verborrea veloz donde decía todos los datos que tenía en la cabeza, pero en plan salteado, como un wok de conceptos que Melena no acababa de entender, pero que aun así apoyaba todo el rato con unos buenos «ya», «claro», «ajá» y otras muletillas de apoyo para que viera que ella estaba ahí y que estaba siguiendo la conversación, si es que se podía llamar así.

Se quitó la chaquetilla, se sentó dejándose caer, sin fuerzas, alzó la mirada posándola en la desconcertada Melena, que aguantaba a la perfección su cara de póker, y soltó:

—¿Te parece que estoy loca?

—Venga ya, Janine, ¿qué coño dices?

—¡Que si crees que soy una puta loca!

—No, tía. Eres rara, siempre lo has sido, pero loca… no diría, loca simpática sí.

—Ajá.

—O sea, no loca de medicarte. Da igual.

—Es que sé que me estás escuchando, pero me da la sensación, Melena, de que tienes un problema de empatía.

Yo no estoy para que me tiren mierda a la cara. ¿Que no he acompañado a esta idiota a la comisaría y ahora estoy en su puta casa fingiendo que somos amigas para que encima me diga que tengo un problema de empatía? Me levanto y, sin decir nada, me voy a la puerta, no tengo por qué aguantar eso, porque creo, y es más que evidente, que estoy obrando bien, que estoy haciendo una buena acción, y entiendo que ella está loca del coño por los nervios, pero tampoco me ha preguntado cómo estoy yo, así que me piro.

—¡No te vayas! —gritó Janine corriendo para bloquear la puerta.

Se interpuso entre la puerta y la chica como si fuera una niña pequeña. A Melena la golpeó bastante fuerte el olor a sudor que desprendía la chica. Se había duchado esa misma mañana y se había puesto uno de esos desodorantes con los que te mienten diciendo que te van a durar veinticuatro horas porque son a prueba de estrés; o Janine tenía un estrés muy fuerte o la propaganda era falsa, probablemente lo segundo.

—Hueles…

—¿Qué?

—Hueles a choto, tía.

De pronto a las dos les entró la risa. Un poco por la tensión acumulada, un poco como válvula de escape de ese momento tan raro.



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