Yo mato by Giorgio Faletti

Yo mato by Giorgio Faletti

autor:Giorgio Faletti [Faletti, Giorgio]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2002-01-01T05:00:00+00:00


37

Cuando llegaron a la casa de los Mercier, en Eze-sur-Mer, Guillaume los esperaba en el jardín. Apenas vio que el Peugeot llegaba a la verja, apuntó el mando que tenía en la mano y los batientes comenzaron a abrirse. A su espalda había una casa blanca de una sola planta, de tejado oscuro y persianas de madera azul, de estilo provenzal, no demasiado rebuscada pero sólida y funcional.

El jardín era bastante grande; casi podía decirse que era un pequeño parque. A la derecha, delante de la casa, había un gran pino piñonero circundado por matas bajas de siempreverdes. Más allá de la sombra del árbol, una hilera de lantanas blancas y amarillas en plena floración circundaba un limonero, de frutos en continua maduración. Alrededor de la propiedad se alzaba un seto de laurel que superaba la reja encastrada en el muro del cerco e impedía la vista desde fuera.

Por todos lados había macizos y matas de arbustos en flor, sabiamente alternados sobre un césped inglés atravesado de senderos de piedra, iguales al suelo del patio donde los esperaba Guillaume.

El conjunto daba una impresión de serenidad y solidez, económica y familiar, una sensación de bienestar sin ostentación, algo que para muchos parecía ser una obligación en la Costa Azul.

Apenas franquearon la entrada, Hulot dobló a la derecha y aparco el coche bajo un cobertizo de madera laminada, junto a un Fiat y una moto BMW de gran cilindrada.

Guillaume fue hacia ellos con andar distendido. Era un muchacho atlético, de rostro no guapo pero simpático, y lucía el bronceado de alguien que practica mucho deporte al aire libre. Los brazos musculosos y el pelo aclarado por el sol daban testimonio de ello. Vestía camiseta y bermudas de tela verde militar, con bolsillos a los lados, y calzado náutico amarillo, sin calcetines.

—Hola, Nicolas.

—Hola, Guillaume.

El muchacho estrechó la mano del comisario.

Nicolas indicó con un movimiento de cabeza la presencia de su acompañante.

—Este señor callado que está a mi espalda es Frank Ottobre, agente especial del FBI.

Guillaume tendió la mano al tiempo que lanzaba una especie de silbido apagado.

—Ah, así que los del FBI existen también en la vida real, no solo en las películas. Encantado de conocerte.

Mientras le daba la mano, Frank se sintió inmediatamente aliviado. Le miró los ojos, oscuros y profundos, y el rostro en el que el bronceado había hecho aparecer algunas pecas, y supo instintivamente que Guillaume era la persona indicada para lo que necesitaban. Ignoraba si era bueno en su trabajo, pero intuyó que, si se lo pedían debidamente, haciéndole entender la importancia y la gravedad de la situación, sabría callar.

—Sí, en Estados Unidos somos parte integrante de las películas y del paisaje. Y ahora comienzan también a exportarnos, como lo testimonia mi presencia aquí.

Guillaume esbozó una sonrisa que disfrazaba a duras penas su curiosidad por la presencia de los dos hombres en su casa. Probablemente intuía que debía de haber un motivo importante para que Nicolas Hulot fuera a verlo como policía y no como amigo de la familia.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.