Vicente y el misterio del escritor informal by Sara Sánchez Buendía

Vicente y el misterio del escritor informal by Sara Sánchez Buendía

autor:Sara Sánchez Buendía [Sánchez Buendía, Sara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2008-12-31T16:00:00+00:00


10

El puerto viejo de Barcelona es un lugar que siempre está hasta los topes de turistas. Pero, algunas horas después de visitar al Tuerto, pude comprobar que un miércoles a las cuatro de la mañana no se pasea por allí ni un alma.

Nuestro plan era sencillo: íbamos a acercarnos hasta el puerto para comprobar si Iturbide vivía o no en El Dulce. Una vez localizásemos el yate, solo teníamos que limitarnos a gritar: «¡Iturbide, Iturbide!». Si veíamos que el escritor asomaba la cabeza por cubierta, simplemente nos esconderíamos o saldríamos corriendo para que no nos reconociera, al más puro estilo gamberrete infantil.

Había sido Fede quien había decidido que fuésemos al puerto de madrugada, alegando, con su aplastante lógica, que «si realmente vive ahí, a esa hora seguro que está». Sin embargo, yo creo que más bien tanta prisa se debía a que no podía esperar para comprobar si lo que nos había contado el Tuerto era cierto. Y, por una vez, yo no puse ninguna objeción. La razón era que tampoco yo podía aguardar hasta el día siguiente para realizar esa excursión que nos sacaría de dudas y, de no haber tenido que regresar a La Charanga al salir de donde el Tuerto, me habría dirigido al puerto inmediatamente.

En vez de eso, quedé de acuerdo con Fede en que nos encontraríamos allí a las cuatro de la mañana. De modo que, al irme a la cama, en lugar de dormir, esperé en silencio a que llegase la hora fijada para levantarme otra vez y salir de La Charanga, haciendo el menor ruido posible, para evitar que Fanny o Popeye se despertasen (cosa, en general, harto difícil) y reparasen en mi ausencia. Evidentemente, a esas alturas los cuentos de mi amigo a mí me importaban un comino (algo que, por otro lado, debo reconocer que siempre había sido así). Sin embargo, el mismo Iturbide empezaba a despertar en mí una curiosidad importante. Llegados a ese punto, necesitaba saber quién era en realidad ese hombre alrededor de quien parecían flotar tantas preguntas sin respuesta. Yo siempre había pensado que los escritores eran gente respetable. ¿Qué hacía entonces una persona como él apostando en un lúgubre sótano como el del Tuerto? Y, siendo así, ¿cómo podía ser cierto que no pudiese hacerse cargo de sus pérdidas en el juego? Yo misma había visto dónde vivía su familia y quiénes eran, los coches que conducían y los muebles y obras de arte que llenaban las habitaciones de su casa. Y me parecía increíble que Iturbide no pudiera pagar sus deudas. Por otro lado, ¿qué lo había empujado a alejarse de ese confortable mundo y de su familia? Y, lo más importante: ¿por qué se ocultaba, como parecía estar haciendo, si era cierto que había alquilado un barco como escondite?

Un poco mareada por todos esos interrogantes, que empezaban a enredarse en mi cabeza como un tallarín gigante, llegué al puerto, donde ya me esperaba Fede, vestido con un chubasquero rojo que le llegaba casi hasta las rodillas, además de las deportivas.



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