Una monarquía protegida por la censura by Iñaki Anasagasti Olabeaga

Una monarquía protegida por la censura by Iñaki Anasagasti Olabeaga

autor:Iñaki Anasagasti Olabeaga [Anasagasti Olabeaga, Iñaki]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2009-06-15T00:00:00+00:00


Quizás este pasaje y el dedicado al general Armada fueron los que motivaron la indignación del hijo de Suárez contra Luis Herrero. Pero ahí están publicados y nunca desmentidos. Luego son verdad. ¡Y qué verdad!

¿Es admisible esto en una democracia seria, solvente y con controles?

AL REY LE TOCA EL GORDO

Finalizaba el año 2007. El rey había estado en Ceuta y en Melilla, plazas que no había visitado en treinta años para no incomodar a su «primo marroquí». Sin embargo, de repente y al parecer no importándole nada la reacción del monarca alauí se fue en loor de multitudes a proclamar la españolidad de estas dos ciudades autónomas. Algo que hubiera sido concebido como una imprudencia o un gesto inamistoso hacía sólo un año, finalizando ese 2007 sí se podía hacer, a pesar de que el embajador marroquí se retirara de Madrid y de que Mohamed VI criticara la iniciativa. Sin embargo, la misma había servido para dar visibilidad de utilidad a la Monarquía tras la quema de efigies reales.

Por eso no se entendió muy bien que al rey ese mes de diciembre le tocara el premio gordo de la Mutua Madrileña dotado con 750.000 euros. En un año plagado de polémicas, no era comprensible que la Mutua Madrileña, sin saber a cuenta de qué, le diera ese cheque tan generoso en la primera edición de sus premios y tres días antes de que se oyera a los niños de San Ildefonso cantar el premio gordo de la Lotería Nacional.

¿Y por qué le daban el premio? Por lo de siempre. Es decir, «en reconocimiento a su trayectoria y a su compromiso con la mejora de la sociedad». El jurado, compuesto por las Reales Academias, destacó «los más de treinta años de reinado de Juan Carlos I que constituyen el periodo más largo de paz, estabilidad, libertad, progreso y cohesión social de nuestra historia».

Menos mal que, nada más conocerse el veredicto del jurado, la Casa Real salió al paso anunciando que el rey donaría los 750.000 euros al Museo del Prado, al entender que «es el buque insignia de nuestro rico y variado patrimonio pictórico en el siglo XXI».

Ahora bien, ¿cuánto tributa este premio? ¿No había alguna institución benéfica especialmente querida por el rey para donar esta bonita cantidad? De hecho, un cliente de Mutua Madrileña se dio de baja a raíz de la noticia porque veía que a la Mutua, o le sobraba el dinero, o tenía que pagar algún favor; pero sobre todo lo hizo porque, si tanto dinero les sobraba, él consideraba que hubiera sido mejor haber donado esa cantidad a una fundación humanitaria de verdad ejemplar como la de Vicente Ferrer si se tratase de premiar conductas ejemplares y no precisamente la del rey.

Todo, como se ve, muy extraño y con una pésima estética, protegido por un estruendoso silencio y por el crujir de los espinazos de la Villa y Corte.



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