Una herencia en juego by Jennifer Lynn Barnes

Una herencia en juego by Jennifer Lynn Barnes

autor:Jennifer Lynn Barnes [Barnes, Jennifer Lynn]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 43

—Creía que ibas a encargarte de Drake. —Aferraba el móvil con una mano, mientras que tenía la otra apretada en un puño—. Por placer.

Llamé a Alisa en cuanto me subí al coche. Grayson había salido conmigo y se había puesto el cinturón, acomodado a mi lado en el asiento trasero. No tenía tiempo ni espacio mental para preocuparme por su presencia, tan cercana. Oren conducía. Y yo echaba humo.

—¡Y lo hice! —me aseguró Alisa—. Tanto tú como tu hermana disponéis de órdenes de alejamiento temporales. Si Drake intenta ponerse en contacto con vosotras o si se os acerca a cualquiera de las dos más de trescientos metros por el motivo que sea, será detenido.

Me obligué a abrir el puño, pero fui incapaz de relajar la mano con la que agarraba el móvil.

—Entonces, ¿por qué ahora mismo está ante la verja de la Casa Hawthorne?

Él estaba allí. En Texas. Cuando Nash había llamado, Libby estaba a salvo en el interior, pero Drake la estaba bombardeando a mensajes y llamadas, exigiendo hablar con ella cara a cara.

—Me ocuparé de esto. —Alisa se recuperó casi al instante—. El bufete tiene algunos contactos en la policía local que saben ser discretos.

En ese momento la discreción era la última de mis prioridades. Libby era lo importante.

—¿Mi hermana está al tanto de la orden de alejamiento?

—Firmó los papeles. —He ahí una evasiva donde las haya—. Me ocuparé de ello, Avery. Tú tranquila.

Colgó y yo dejé caer sobre mi regazo la mano con la que sujetaba el móvil.

—¿Puedes conducir más deprisa? —le pregunté a Oren.

Libby tenía su propia escolta. Drake no podría hacerle daño… físicamente.

—Nash está con tu hermana. —Grayson habló por primera vez desde que nos habíamos subido al coche—. Si ese caballero intenta siquiera ponerle un dedo encima, te aseguro que mi hermano estará encantado de eliminar dicho dedo.

No supe decir si Grayson se refería a separar dicho dedo del cuerpo de Libby… o del de Drake.

—Drake no es un caballero —le dije a Grayson—. Y que se ponga violento no es lo único que me preocupa.

Tenía miedo de que fuera dulce; me preocupaba que, en lugar de perder los estribos, fuera tan bueno y tierno que Libby empezara a cuestionarse el cardenal que le rodeaba el ojo.

—Si te hace sentir mejor, puedo echarlo de la propiedad —se ofreció Oren—. Pero hacerlo podría causar una buena escena para la prensa.

¿La prensa? Mi cerebro lo comprendió de golpe.

—No había ningún paparazzi en la fundación. —Me había fijado al llegar—. ¿Están en la casa?

El muro que rodeaba la finca podía mantener a los periodistas fuera de la propiedad; pero, legalmente, nada podía impedirles que se congregaran en una vía pública.

—Si fuera de los que apuestan —comentó Oren—, probablemente diría que Drake ha llamado a unos cuantos periodistas para asegurarse un buen público.

No tenía absolutamente nada de discreta la escena que nos recibió cuando Oren llegó al camino de entrada, inundado por una auténtica horda de periodistas. Delante de todo, junto a la verja de hierro forjado, pude atisbar la silueta de Drake.



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