Un mes para seducir a una dama by Diane Howards

Un mes para seducir a una dama by Diane Howards

autor:Diane Howards [Howards, Diane]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-11-06T16:00:00+00:00


* * *

Becca disfrutaba mucho de la clase de equitación. Sobre todo, desde que tenía su propia silla de montar. Debía reconocer que disponer de una propia le daba mayor seguridad. Lady Cinthya no reparaba en gastos en su educación, sus necesidades y sus caprichos. Pero no era derrochadora, administraba muy bien su fortuna, incluso había hecho alguna inversión, aconsejada por su abogado, que le había aportado beneficios, y lo habían celebrado juntas. Siempre había sido muy agradecida por todo lo que su tía había hecho por ella.

Pero, ese día, la clase que más le gustaba no le apetecía demasiado. Distraída, con facilidad se despistaba con pensamientos sobre los acontecimientos pasados. Otros profesores ya le habían llamado la atención por no estar atenta.

Echó la culpa de su aturdimiento al poco descanso. La noche anterior, cuando su tía había ido a la escuela, habían hablado mucho. Su tía habló mucho. Siempre tan protectora, al saber que no había cenado, pidió que le subieran a la habitación una bandeja con algún plato y ella, por no pelear, le había dejado. Aunque no le entraba nada, había perdido el apetito. Pero lady Cinthya, más animada con su confidencia, había debido pensar que ya todo estaba solucionado.

«El corazón tiene su ritmo», se dijo. A pesar de haber decidido desprenderse de aquel amor, que solo ella había alimentado, necesitaba tiempo para asimilarlo.

Cuando lady Cinthya se marchó de su habitación, las luces de los pasillos ya estaban apagadas y uno de los lacayos la acompañó con una lamparita de gas hasta su carruaje.

A Becca no le fue fácil conciliar el sueño. Había dado mil vueltas en la cama y, cuando por fin la atrapó Morfeo, en la bruma del sueño había mezclado imágenes y hombres. Se había sentido adorada, pero no por quien ella había deseado. Se despertó con la sensación de haber estado entre unos brazos, pero no habían sido los del profesor, sino en los del señor Miller.

«Patrick Miller».

Apenas había podido hablar con él en los establos cuando la ayudó a ella y a algunas compañeras a subir a su montura. Encontrarlo, la tarde pasada, en aquel momento de desolación al ver a su tía y el señor MacArthur, había sido un gran consuelo y no le había dado las gracias por su compañía. Y tenía que reconocer que su presencia la reconfortó mucho. Había sido tan fácil explicarle cómo se sentía… Y él la había comprendido. Se dio cuenta de que cuando pensaba en él, un ligero estremecimiento la asaltaba. Quizás era por cómo la miraba y por el recuerdo de aquel beso que tanto la había desconcertado, sin embargo, prefería no hacer caso de esa sensación.

La voz grave del señor Bissop, repitiendo cómo debía realizarse un movimiento, la trajo al presente, y se percató de que las demás ya estaban colocadas en sus lugares para hacer el ejercicio. Movió sus riendas para acercar a Galatea hasta donde se habían posicionado las otras y, aunque se ganó una mirada de advertencia, el profesor no le dijo nada.



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