Un lugar escondido by Katherine Webb

autor:Katherine Webb [Webb, Katherine]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2017-05-04T04:00:00+00:00

* * *

Después de que se marcharan todos los dolientes Irene siguió bebiendo. Se había tomado tres copas de vino tinto y se sentía mucho mejor: como si todo aquello le hubiera ocurrido a otra persona, y ella fuera a volver a casa y olvidarlo, igual que la gente que había estado abarrotando Manor Farm toda la tarde. Podría volver junto a Fin, de un modo u otro; cuando la viera él se daría cuenta de cuánto la amaba y encontraría valor para dejar a Serena. A su mente embrollada eso le parecía completamente verosímil, aunque no le produjo el consuelo que le brindaba antes. La horrenda carta de Fin y el dolor de leerla habían roto algo de forma irreparable; habían debilitado la parte de ella que aún le era leal. Se sentó en el alféizar de una ventana del salón y contempló cómo el crepúsculo se cuajaba en los nudosos manzanos, y cómo los murciélagos salían a dar vueltas y lanzarse en picado, y cuando se le acabó el vino fue, con paso vacilante, a la cocina de atrás. Sentada a la mesa, Clara escuchaba la radio mientras bebía jerez y comía, con buen apetito, un gigantesco plato de sobras. Dirigió a Irene una mirada fruncida, medio evaluadora y medio culpable, y le trajo de la despensa una botella de clarete abierta.

—Al señor nunca le gustó ver mujeres borrachas —afirmó, rotunda.

—El señor no está aquí para verlo —replicó Irene.

—No que no está —convino Clara, al tiempo que se concentraba de nuevo en su plato como si buscara prudencia en él. Irene salió a la penumbra.

Se fue por la entrada trasera de la baja tapia del huerto y partió colina abajo hacia el pueblo. La noche era tibia y silenciosa; el cielo, de un azul intenso, estaba salpicado de estrellas y había salido una brillante tajada de luna. Una bonita noche de verano, tan ajena a los acontecimientos de la jornada como Irene deseaba estar. Los molinos seguían callados y la fábrica de cerveza no funcionaba por la noche. Los animales de la granja dormían; los animales del campo guardaban las distancias. Sin linterna, Irene se sentía completamente invisible para el mundo. Pretendía bajar al río. No estaba segura de por qué: se le había ocurrido la vaga idea de bañarse; en el río, como le había contado Fin que hacían él y sus hermanos de niños en el Tay, pero al pasar por delante de la iglesia oyó un ruido que la hizo detenerse. Sonidos de movimientos y de respiración; sonidos de una persona, justo en el mismo sitio donde acababan de enterrar a Alistair. A Irene se le erizó el vello de los brazos y de repente tuvo frío. Pero aunque el impulso de huir era muy fuerte, no pudo hacerlo. Por un instante la descabellada posibilidad de que Alistair no estuviera muerto se le coló en la mente y la intensidad con que deseó tenerlo de nuevo a su lado la sorprendió. Pero sabía que aquello

descargar

Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.