Un hombre afortunado by John Berger

Un hombre afortunado by John Berger

autor:John Berger [Berger, John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1967-01-01T00:00:00+00:00


Sólo hay otro hombre en la comarca con una forma de pensar similar. Pero ese hombre es escritor y vive recluido. Nadie a su alrededor sabe cómo piensa. También están los pastores de la iglesia y los maestros de la escuela y los ingenieros, pero todos ellos utilizan la sintaxis del sentido común; sólo su vocabulario es distinto porque tienen que remitirse a Dios, a los exámenes de revalida o a la tensión que puede soportar un metal. Para los habitantes del pueblo, sólo Sassall goza del privilegio de pensar como piensa.

Y su actitud con respecto a ese privilegio es compleja. Tiene muy buena cabeza, se dicen, vaya si la tiene, con esa cabeza... Pero entonces recuerdan que pertenece a la comunidad y que su elección de practicar la medicina en aquel lugar remoto entraña de nuevo un privilegio: el privilegio de ser indiferente al éxito. Y así el privilegio de Sassall se convierte hasta cierto punto en un privilegio para ellos. Están orgullosos de él y, al mismo tiempo, lo protegen: como si su elección sugiriera que una buena cabeza podría equivaler también a una especie de fragilidad. A veces lo observan con cierta angustia. No creo que estén orgullosos de tener un buen médico —saben que es bueno, pero no saben si eso es algo raro o normal—, más bien están orgullosos de su modo de pensar, de su mente; un modo de pensar, una mente, que por alguna razón misteriosa le ha llevado a elegir quedarse entre ellos. Y, aunque no les influya directamente, dan a ese modo de pensar una función local y, por consiguiente, lo hacen suyo.

Sassall hace algo más que tratarlos cuando están enfermos: es el testigo objetivo de sus vidas. Casi nunca se refieren a él como tal, sólo piensan en él en esos términos cuando se reúnen por alguna circunstancia práctica. Sassall no es el árbitro último de sus litigios. Por eso he elegido una denominación más humilde, la de archivero, el archivero de su historia.

Es precisamente su privilegio lo que lo cualifica para esa función. Para ser lo más completos posible —¿y quién no sueña a veces con ese ideal imposible de quedar completamente registrado en la historia?—, los archivos tienen que estar en relación con el mundo en general y han de incluir lo que está oculto, incluso lo que se oculta en los propios protagonistas de la historia.

Habrá quien piense que Sassall se ha adjudicado el papel del vicario o del párroco. Pero no es así. Sassall no es el representante de un ser que lo sabe y lo puede todo, sino que los representa a ellos. Lo que Sassall archiva nunca se elevará a una instancia superior. Sencillamente mantiene los archivos para que ellos mismos puedan consultarlos. La forma más común de iniciar una conversación con él, siempre que no se trate de una consulta profesional, es la expresión: «¿Se acuerda de cuando...?». Sassall los representa y se convierte en su memoria objetiva (frente a la subjetiva), porque



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