Un cuento de magia by Chris Colfer

Un cuento de magia by Chris Colfer

autor:Chris Colfer [Colfer, Chris]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO ONCE

MAGICLEXIA

El almuerzo en la academia fue incómodamente silencioso. Lucy se sentó sola en un extremo de la mesa para mantener distancia del resto y no dijo ni una palabra durante toda la comida. Comía sin mucho entusiasmo y, ocasionalmente, levantaba la vista y miraba con desconfianza a sus nuevos compañeros de clase, casi desafiándolos a que la provocaran. Tangerina y Cielene habían recibido suficientes insultos de Lucy por el día, por lo que las niñas permanecieron en silencio y evitaron hacer contacto visual con ella.

Brystal, por otro lado, intentaba apaciguar la tensión sacando temas de conversación inofensivos, pero nadie estaba interesado en lo que tenía para decir. Sus esfuerzos desaparecieron cuando la señora Vee entró al comedor y le entregó a Madame Weatherberry un segundo sobre de escamas negras.

—Otra carta para usted, Madame —dijo.

El nuevo mensaje hizo que Madame Weatherberry se sintiera más nerviosa que la primera vez. Antes de que alguien pudiera preguntar algo sobre su supuesta «amiga enferma», la maestra se puso de pie y se marchó de la habitación con la carta misteriosa en la mano.

—Comenzaremos con nuestra primera clase en algunos minutos —exclamó Madame Weatherberry mientras se marchaba a toda prisa del comedor—. Los veré afuera.

Luego del almuerzo, los estudiantes y aprendices siguieron las órdenes de Madame Weatherberry y se reunieron en la escalinata al frente del castillo. Sin embargo, al igual que antes, su maestra se tomó su tiempo en aparecer. Los estudiantes se volvían cada vez más impacientes cuanto más esperaban.

—Comienzo a creer que nunca aprenderemos nada en esta academia —dijo Emerelda.

—¿Por qué tarda tanto? —preguntó Amarello—. No creerán que está reconsiderando lo de la academia, ¿verdad? ¡No tengo ningún lugar a donde ir si la cierra!

—¿Pueden calmarse? —dijo Tangerina—. Madame Weatherberry tal vez nos hace esperar por una razón. Es como dice el refrán clásico que dice: Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro.

—Yo estoy preparada desde hace cuarenta y cinco minutos —dijo Emerelda—. Ya empieza a ser una falta de respeto.

—El que espera, Dios lo ayuda —dijo Cielene, asintiendo con confianza—. Ese es otro refrán clásico.

Tangerina puso los ojos en blanco y llevó a su amiga hacia un lado.

—Cielene, la frase es Al que madruga, Dios lo ayuda —le dijo—. Se supone que es para alentar a que la gente se levante temprano.

—Ah —dijo Cielene—. Pero eso no es muy alentador para los que no creen en Dios.

Mientras esperaban, Brystal centró toda su atención en la ventana de la oficina de Madame Weatherberry. Se paró en puntillas de pie, con la esperanza de poder ver algo. Cuando eventualmente, todos se rindieron, Brystal notó que Lucy aún mantenía distancia de ellos. La hija de los músicos se encontraba sentada en una roca a algunos metros de la escalinata del castillo, desde donde miraba a sus compañeros como si estuvieran infectados con una plaga. Brystal sintió lástima por ella y se sentó a su lado para hacerle compañía.

—Sabes, no te van a morder —bromeó Brystal.

—Ah, ya lo sé —dijo Lucy—. Solo que no quiero que ninguno de ellos se apegue mucho, sabes, en caso de que esta academia no sea para mí.



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