Un cuento de fuego by Chris Colfer

autor:Chris Colfer [Colfer, Chris]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00

Luego de reencontrarse con su varita, Brystal y Ryder regresaron a la playa y continuaron su recorrido por las islas. Su ropa empapada se secó mientras Kitty volaba por el cielo. Durante el recorrido, los ojos de Brystal se vieron atraídos hacia una isla con el volcán más grande del archipiélago. Si bien la isla era grande y llena de vida vegetal, parecía completamente vacía.

—¿Por qué no hay ningún dragón allí? —preguntó.

—Los dragones le tienen miedo a esa isla.

—¿Por qué?

—Porque es la isla del viejo templo.

Cuando se acercaron, Brystal de pronto entendió por qué los dragones se sentían intimidados. En el interior del volcán activo de la isla había una fortaleza inmensa. Era tan antigua que la estructura prácticamente se había integrado a la isla. Estaba hecha con rocas negras que combinaban a la perfección con la tierra quemada alrededor del volcán. Había incluso una escalera de miles de escalones que llevaba directo a la entrada y cada uno estaba cubierto por enredaderas y hierbas de todo tipo.

Desde el momento en que puso los ojos sobre ella, Brystal supo que estaba ante el Templo del Conocimiento, lo que le hizo sentir un escalofrío por toda la espalda.

—¿Te molesta si nos acercamos? —preguntó Brystal.

—Para nada —contestó Ryder.

Sujetó las riendas y llevó a Kitty hacia una isla que estaba frente al Templo del Conocimiento. Aterrizaron sobre el nido vacío de un dragón desde donde tenían un panorama perfecto de la isla. Era evidente que estar tan cerca del templo hacía que Kitty se sintiera incómoda. La dragona se cubrió con sus alas y tembló mientras miraba a la otra isla.

—No estabas exagerando —reconoció Brystal—. ¿Por qué los dragones le tienen tanto miedo?

—Hay algo adentro de ese templo, algo que los aterra —contestó Ryder.

—Pero ¿qué podría ser más aterrador que un dragón? —preguntó Brystal.

Ryder se encogió de hombros.

—No lo sé —respondió—. Nunca estuve adentro del templo, pero sé que debo mantenerme alejado.

Brystal actuó como si no supiera nada.

—Ah, ¿en serio? —le preguntó—. ¿Sabes algo que puedas compartir?

Una sonrisa traviesa apareció en el rostro de Ryder. Miró a su alrededor para asegurarse de que estuvieran solos.

—¿Puedo contarte un gran secreto? —le preguntó.

—Por favor —dijo Brystal.

—Lo llaman el Templo del Conocimiento —confesó—. Lo construyó un grupo de hechiceros hace miles de años y, supuestamente, alberga el elemento más poderoso jamás creado. Por eso mis ancestros y sus dragones vinieron a estas islas; los hechiceros los acogieron con la esperanza de que su presencia desalentara a aquellos que intentaran entrar. Luego protegieron a la isla con un domo mágico para ocultarla de la vista.

Brystal estaba maravillada por la isla. De pronto, todo tuvo sentido: los Cuidadores y los dragones eran los guardianes inusuales que describía la leyenda, no los bandidos de las rocas.

—¿Cómo se puede entrar? —preguntó.

—Las puertas solo se abren con una llave especial —explicó Ryder—. Pero confía en mí, no quieres hacerlo. Todos los que entran nunca salen.

—Y si alguien quisiera entrar, ¿dónde podría encontrar esa llave? —insistió.

Ryder frunció el ceño.

—¿Por qué te interesa tanto el templo?

Brystal lo miró a los ojos y suspiró con pesadez.

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