Un clero en transición by Rodolfo Aguirre Salvador

Un clero en transición by Rodolfo Aguirre Salvador

autor:Rodolfo Aguirre Salvador
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Iglesia católica - México - Historia Siglo XVIII, México - Historia - Siglo XVIII
ISBN: 9786077588801
editor: Bonilla Artigas editores
publicado: 2013-04-11T00:00:00+00:00


Los vicarios “lenguas” en las parroquias

Los vicarios especializados en administrar en alguna o algunas lenguas generalmente han pasado desapercibidos, 80 inmersos en el universo del clero parroquial como figuras secundarias. 81 Sin embargo, sus tareas fueron por demás importantes, pues eran los encargados de comunicarse directamente con los feligreses autóctonos; al ser intermediarios en los pueblos con diferentes esferas de gobierno, 82 garantizaron la posesión de las parroquias en el clero secular y ayudaron a preparar el camino para la secularización generalizada de las doctrinas. A lo largo de las décadas, desde fines del siglo XVI, la Iglesia secular fue dando los pasos necesarios para tener un cuerpo de especialistas en lenguas: primero se decretó por ley su aprendizaje para poder ordenarse y ganar un curato de indios, y después con la creación de cátedras de mexicano y otomí en varias instituciones. Sendas generaciones, desde el siglo XVII, habían construido las formas y los métodos, académicos o extraacadémicos, para hablar el náhuatl, el otomí o el mazahua, por mencionar los idiomas más habituales en el arzobispado. Lejos habían quedado los días en que los clérigos habían tenido que usar indios intérpretes para predicar o confesar, procedimiento denostado por las autoridades.

Paralelamente, en la medida en que avanzó la secularización de las parroquias de indios y se dio ocupación y un modo de vida a aquellos clérigos con dominio de las lenguas, ellos mismos buscaron la forma de aprenderlas en sus pueblos de nacimiento, más allá de las cátedras de los colegios o la universidad. La importancia religiosa y política que llegó a adquirir ese sector del clero parroquial queda demostrada con el hecho de que en la década de 1720 más de 50 por ciento de los clérigos del arzobispado tenía conocimiento de alguna o algunas de las lenguas nativas, principalmente el náhuatl y el otomí.

La recuperación de la población indígena a partir de mediados del siglo XVII fue otro factor que implicó para los gobernantes de la Iglesia la necesidad de contar con ministros suficientes que cubrieran sus necesidades espirituales y de doctrina en su propia lengua. Así, durante las décadas previas al reformismo exacerbado de Carlos III, el clero secular del arzobispado de México presenta un dinamismo acentuado, en el cual los clérigos lenguas jugaron un papel central en las parroquias.

Los clérigos que tenían como único patrimonio el conocimiento de la lengua se daban a la tarea de buscar un acomodo rápido en algún curato; al no poseer recursos para seguir estudiando o para opositar a las parroquias vacantes, y al tener que permanecer en México por meses e incluso años, regresaban cuanto antes a sus provincias de origen, esperando percibir pronto algún ingreso, por bajo que éste fuera. 83

Sobre ellos, el arzobispo Rubio y Salinas escribió así a mediados del siglo XVIII :

A título de los idiomas, fuera del castellano, se ordenan muchos sujetos así españoles como indios y mestizos que llaman cuarterones a quienes el arzobispo asigna, según la necesidad de los respectivos pueblos, para que sirvan



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