Twisted Games by Ana Huang

Twisted Games by Ana Huang

autor:Ana Huang [Huang, Ana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-07-22T00:00:00+00:00


26

Bridget

Mi abuelo quería saber qué tal había ido la cita con Steffan.

Eso es. La razón por la que el rey me había convocado en su despacho de manera inmediata nada más llegar al palacio era para que le contara con todo lujo de detalles mi primera cita con el futuro duque de Holstein, y potencial futuro príncipe consorte. También se disculpó por no haberme invitado a la reunión de emergencia de la ley de reforma fiscal, que Erhall había convocado de manera improvisada. Estaba convencida de que lo había hecho a sabiendas de que yo no podría asistir debido a mi cita con Steffan, pero no podía demostrarlo.

Edvard, mientras tanto, estaba convencido de que Steffan era el elegido. No sabía en qué se basaba exactamente, pero imaginaba que el título de Steffan, su fotogenia y su actitud diplomática tenían algo que ver.

Mi abuelo no era el único. La prensa y el público se habían vuelto locos con las fotos de nosotros dos patinando en el hielo, y todo el mundo hablaba de nuestra «floreciente relación», a pesar de que solo hubiera hablado con Steffan dos veces en mi vida.

Aun así, Elin insistía en que aprovechara la atención con otra cita. Sería una cita «privada» sin prensa (para dar sensación de intimidad), pero que después se «filtraría» a la prensa. Estuve de acuerdo, aunque solo fuera porque tenía razón. Los titulares de «Princesa a Tiempo Parcial» habían desaparecido, y se habían convertido en especulaciones sobre el nuevo «amor» de mi vida.

Ojalá supieran.

En teoría, Steffan era el marido perfecto. Era guapo, inteligente, amable y divertido, y era de lejos la mejor opción de todos los «candidatos solteros» que habían ido a mi baile de cumpleaños.

Solo había un problema: no teníamos nada de química.

Nada. Ninguna. Cero.

Sentía el mismo interés romántico por Steffan que por la planta suculenta que tenía en mi cuarto.

—Eso es porque aún no os habéis besado —dijo Mikaela cuando le conté mi dilema—. Al menos dale un beso al hombre. Se puede saber todo con un beso.

Tal vez tenía razón.

Así que al terminar mi segunda cita con Steffan, me armé de valor para besarle, aunque me pareciera demasiado pronto. Pero al día siguiente se iba a Preoria, por lo que necesitaba saber si aquello iba a alguna parte. No podía pasarme varias semanas con la duda.

—Debo admitir que me ha sorprendido que quisieras quedar tan pronto después de la primera cita. —Me dirigió una sonrisa tímida—. Sorprendido en el buen sentido.

Estábamos paseando por el cálido y amplio invernadero del Real Jardín Botánico. Por todos los rincones brotaban flores exuberantes, llenando el aire de un aroma dulce, y sobre nosotros titilaban cordeles de luces como pequeñas estrellas. Era el entorno más romántico posible, e intenté centrarme en Steffan, en lugar de en el guardaespaldas que vigilaba cada uno de nuestros movimientos.

Si las miradas mataran, Steffan ya estaría enterrado bajo tierra por culpa de Rhys.

Había otra razón por la que dudaba de si besar a Steffan. Y es que me parecía mal hacerlo… delante de Rhys.



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