Tuberculosis by Augusto M. Torres

Tuberculosis by Augusto M. Torres

autor:Augusto M. Torres [Augusto M. Torres]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: F
editor: SAGA Egmont
publicado: 2023-03-02T00:00:00+00:00


Sí, me he fijado en tu cara de asombro, el brillo en tus ojos, la bombilla que se ha iluminado en tu cerebro, cuando he contado la posible resolución del asunto. Debes de tener en cuenta que mis palabras son puras conjeturas, la realidad es que de esa época, la anterior a la guerra, la guerra propiamente dicha y los primeros años de postguerra, la más interesante de la vida de mi familia, no sé absolutamente nada. Lo que te cuento son suposiciones, elucubraciones. Mi padre se limitaba a contarnos, cuando los cuatro éramos pequeños y estábamos enfermos, sus batallitas, lo más aburrido, el hambre pasada en el cerco de Oviedo, el frío en la ofensiva de Aragón, la dureza de la batalla del Ebro, la lentitud del avance sobre Madrid. Sólo cuando se creyó en el lecho de muerte, me habló de las relaciones con el hermano menor, mi tío, y jamás hizo ninguna referencia a la vida sentimental antes, durante y después de la guerra. Mi madre hablaba de él, mi padre, como si fuese la primera y única mujer de su vida y mis hermanos nunca se han interesado por esta cuestión.

Hace unos días, cuando te conté la historia de la Tani, acabé dando por supuesto que la guapa extranjera morena, de fuerte contextura y toscos rasgos, que una noche de tormenta apareció calada hasta los huesos, a altas horas de la madrugada, en la casita de la playa, para susto de nuestra madre, la tata, mis hermanos y yo, era alemana. Llegó a España como cantinera de la Legión Cóndor y, tras la muerte de su amante en un accidente de aviación, quizá durante el bombardeo de Guernica, decidió quedarse entre nosotros, conoció a mi padre cuando estaba destrozada y entablaron una relación sentimental, que se reanudó, años después, tras encontrarla cantando la Tani en un cafetín de la explanada de Alicante. Sólo es una especulación. No sé nada de esa historia. La única certeza es la presencia en mitad de una noche de verano de una extranjera empapada ante mis asombrados ojos de niño.

Dejaba abierta la posibilidad de que el protagonista de la historia fuese el hermano menor, mi tío, que entonces poco se parecía a mi padre, el hermano mayor, resultaba imposible saber que eran idénticos, gemelos univitelinos monozigóticos, y jugaban a engañar a la gente, en especial a las jóvenes, con el parecido. Mi padre se había cuidado y seguía siendo similar al de antes de la guerra, y esto no es un invento mío, hay fotografías que lo atestiguan, y el hermano, mi tío, debido a los desastres que le tocó vivir, se abandonó, bebió, engordó, se convirtió en otra persona, nada tenía que ver con quien había sido. Y también de que el hermano menor, mi tío, fuera quien hubiese estado relacionado con la muchacha fuerte y musculosa que cantaba la Tani con acento alemán, creíamos mis hermanos y yo, que cuando veraneábamos en la casita junto al mar estaba soltero



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