Tres anillos by Daniel Mendelsohn

Tres anillos by Daniel Mendelsohn

autor:Daniel Mendelsohn [Mendelsohn, Daniel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2021-09-14T00:00:00+00:00


que parecían recrearse en los campos: unos movían rápidamente sus aguas claras por la campiña; otros llevaban aguas apacibles y durmientes; otros, por prolongados meandros, volvían sobre sus pasos, como para recuperar sus fuentes, incapaces de abandonar esas riberas encantadas[3].

En Homero hay corrientes de agua cerca de la cueva de Calipso, pero el poeta apenas las describe: «Unas fluyen en una dirección, otras en otra». La puesta en escena de Fénelon es más elaborada. Dada la doble relación del texto francés con Homero —imitándolo e inventándolo, en paralelo y divergente—, las corrientes de agua en Las aventuras empiezan a llamarnos la atención por su rotundo simbolismo. Porque los relatos también se mueven como corrientes. Algunas, bien lo sabemos, fluyen con suavidad, otras apenas se mueven; y aún otras, a pesar de sus prolongados rodeos, terminan donde habían empezado, ansiosas de regresar a sus fuentes.

La última comente es especialmente interesante. En las primeras versiones impresas de Las aventuras de Telémaco, la obra se presenta como suite du quatrième livre de l’Odyssée d’Homére, «la continuación del cuarto canto de la Odisea de Homero». Pero suite, «continuación», sugiere una trayectoria abierta, un vector en movimiento, como la primera corriente de Fénelon, rápida y clara; no obstante, el relato de Las aventuras de Telémaco adopta una forma muy diferente. Al final del canto IV de Homero, Telémaco ha concluido su memorable velada de relatos y recuerdos con Menelao y Helena; y en ese mismo momento el poema lo deja abandonado para regresar a la historia de los pretendientes y luego a Odiseo, que se nos presenta por fin en el canto siguiente, el V (el pasaje en que encontramos a Odiseo llorando a la orilla del mar). Hasta el canto XV no se retoma el relato sobre el joven, cuando lo vemos abandonar Esparta para regresar a Ítaca: en los versos finales de este canto, Telémaco desembarca en una apartada orilla de su isla natal y se dirige a la cabaña del porquerizo Eumeo, donde se ha de encontrar con su padre en el canto siguiente. Es en este espacio, encajado en la trama de la Odisea, entre el canto IV por un lado y la conclusión del canto XV por el otro, donde transcurre toda la acción de Las aventuras de Telémaco. Es decir, que, por muy inventiva y digresiva que sea, la novela de Fénelon termina volviendo a su fuente, situando a Telémaco exactamente donde tiene que estar para que la trama del poema de Homero ajuste adecuadamente y acabe conduciendo al encuentro entre padre e hijo. Y, de hecho, el momento decisivo del reencuentro entre padre e hijo descrito en el canto XVI de la Odisea es precisamente donde concluye la adaptación de Fénelon. En los versos finales de la novela del arzobispo, Minerva da a su pupilo un último consejo y a continuación se marcha, dejando a Telémaco y sus compañeros que regresen a Itaca, donde, según el último párrafo de la novela de Fénelon, il reconnut son pére chez le fidéle Eumée, «identificó a su padre en la morada del fiel Eumeo».



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