Tras la máscara by Anne Stuart

Tras la máscara by Anne Stuart

autor:Anne Stuart [Stuart, Anne]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-07-20T00:00:00+00:00


Ocho

«Al menos el hombre de la cicatriz, Reading, ha puesto cara de sorpresa», pensó Elinor. Lord Rohan, como siempre, era diferente. Parecía que la estuviera esperando, el muy cretino.

Estaba sentado rodeado de esplendor en una cama con dosel con lujosas colgaduras doradas, el pelo suelto le caía sobre los hombros y estaba completamente desnudo, al menos eso le pareció a ella. Estaba tapado hasta la cintura, pero aun así dejaba a la vista demasiada piel, y no debería de estar pensando en eso.

Lord Rohan no hizo intento alguno de taparse, únicamente sonrió.

—No te hagas el sorprendido, Charles. Es mi querida muñequita. ¿Te ha dicho que dormimos juntos? ¿Dos veces? Una experiencia tremendamente placentera.

Reading hizo un ruido como si se hubiera atragantado.

—¿Placentera?

—Su señoría está mintiendo, como siempre —⁠afirmó Elinor⁠—. Me quedé dormida en su presencia. No todo el mundo lo encuentra tan entretenido como vos.

—¿Entiendes ahora por qué me fascina, Reading? —⁠dijo Rohan. Acto seguido su mirada y su voz se endurecieron⁠—. No habrás insultado a la señorita Harriman, ¿verdad, Cavalle? No me gustaría descubrir que no se la trata con el más absoluto esmero y respeto.

Elinor miró por encima del hombro. El mayordomo se había puesto del color del pergamino y juraría que se oía el entrechocar de sus rodillas. Sin duda estaba aterrorizado.

—Por supuesto que me ha tratado con esmero y respeto —⁠se interpuso ella con tono malhumorado, apiadándose del hombre⁠—. Simplemente quería anunciarme para daros tiempo a cubriros como cualquier cristiano decente, pero yo no quise esperar y eché a correr.

—Ya lo veo —dijo él, sin creer ni una sola palabra⁠—. ¿Siempre andas corriendo por ahí con la ropa destrozada y el pelo cayéndote por la espalda? Puedes irte, Cavalle. Ya hablaremos más tarde.

—Sí, milord —dijo el hombre con voz trémula. Entonces Rohan fijó sus ojos azules en ella.

—¿Y qué te hace pensar que soy un cristiano decente, criatura? Me siento ofendido.

Ella tomó una profunda bocanada de aire para tranquilizarse.

—Siempre queda la esperanza, señor conde. Me gustaría hablar con vos.

—Y aquí estás, preciosa mía. ¿Se trata de un asunto privado? Reading estará encantado de dejarnos a solas. —⁠Y dando unas palmaditas sobre las prístinas sábanas añadió⁠—: Ven y siéntate a mi lado. Cuando recibo la visita de una mujer en mi dormitorio, prefiero tenerla cerca.

—Y yo prefiero que os pongáis algo de ropa.

—¿Por qué? —dijo él cargado de razón. Elinor se fijó entonces en el vendaje que le cubría el brazo.

—Estáis herido —comentó, momentáneamente distraída.

—Es una herida sin importancia —⁠contestó él⁠—. ¿Por qué quieres que me vista?

—No pienso discutir nada con un… con un hombre desnudo. Me distrae.

La suave carcajada de él era enloquecedora.

—Muy bien, tesoro. En ese caso será mejor que Reading te lleve a mi salón mientras yo llamo a mi ayuda de cámara, porque me temo que debajo de estas sábanas estoy desnudo como el diablo me hizo, y si no quieres hacerme compañía, deberías retirarte para no desmayarte del susto.

—Vamos, señorita Harriman —⁠dijo Reading, tomándola del brazo⁠—. Está en uno de esos días suyos. Lo más sensato es no darle alas.



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