Torpedo by Edward L. Beach

Torpedo by Edward L. Beach

autor:Edward L. Beach [Beach, Edward L.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Bélico
editor: ePubLibre
publicado: 1955-05-15T00:00:00+00:00


* * *

Comprobamos los daños sufridos en cubierta y abajo. Examinado el periscopio de ataque vimos que el cristal de arriba estaba agrietado y que el tubo se hallaba anegado: no tenía remedio. Nuestro radar SJ, a pesar de no haber sido eficaz, representaba un alivio para nosotros, pues ninguna embarcación podía acercarse a más de un par de millas sin que nos pusiera sobre aviso. También nos habíamos quedado sin él. Disponíamos de otro periscopio, de diámetro ligeramente más grande en el extremo que el del periscopio de ataque, pero no teníamos recambio del radar de superficie. Las dos pérdidas eran graves.

Los desperfectos superficiales en cubierta eran abundantes. Todas nuestras antenas de radio, como también los puntales en que estaban montadas, habían desaparecido. A proa se veía un gran boquete en nuestra cubierta principal —faltaban aproximadamente veinte pies cuadrados de tiras de madera—: detalle que probaba la fuerza y la proximidad de una carga de profundidad al menos. Nuestra sobrestructura presentaba algunas abolladuras de poca importancia, desde luego, y en cuanto al cañón de tres pulgadas que teníamos en la cubierta principal debió estallarle encima una carga, pues el aparato telescópico de hacer puntería carecía de puntos de mira.

Bajo cubierta, en las entrañas del submarino, las cuatro cosas más importantes del equipo no habían sufrido, afortunadamente, daño alguno. Nuestras hélices y sus ejes correspondientes, que podían haber quedado torcidos o descentrados por la fuerza de las explosiones, estaban, por lo que pudimos comprobar, en perfectas condiciones. Los motores principales no habían sufrido el menor desperfecto. La batería parecía estar en orden, si bien tenía agrietados algunos elementos; un soldador caliente pasado a lo largo de las grietas, que fundió y volvió a cerrar la almáciga, y luego un buen lavado de agua dulce la dejaron otra vez en perfectas condiciones. Y, finalmente, nuestros tubos lanzatorpedos tampoco sufrieron ningún deterioro aparente. En cambio otros muchos detalles de la instalación habían quedado inservibles para el resto de la patrulla. El fuego en la cámara de torpedos de popa había sido debido al motor que maniobraba las aletas de popa. Hasta que volviéramos a puerto aquellas aletas habrían de maniobrarse a mano: trabajo bien poco fácil. La bomba, agrietada y arrancada de su base, no podía repararse; tendríamos que conectar la bomba de achique con su tubería y pasar como mejor pudiésemos. Un compresor de aire tenía también una grieta a través de una de las armazones que le servían de base y no podía utilizarse. El otro estaba aún intacto; si teníamos cuidado, nos proveería de aire a presión en cantidad suficiente para seguir maniobrando.

También algunas personas habían resultado heridas ligeramente, entre ellas Quin y Hugh Adams, aparte un caso de inhalación de humo en la cámara de torpedos de popa. Sin embargo, ninguno de estos casos era grave y los interesados no tardaron en hallarse en disposición de ocupar sus puestos. Examinado todo el buque, era evidente que podíamos seguir patrullando.

Durante el resto de aquella primera noche, es decir, desde



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