Todos en este tren son sospechosos by Benjamin Stevenson

autor:Benjamin Stevenson [Stevenson, Benjamin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2023-10-17T00:00:00+00:00

Un año después de la publicación de su ópera prima y bestseller internacional, Henry McTavish regresa con otro crimen imposible que solo podrá resolver su huraño genio escocés.

* * *

La siguiente mitad del artículo era una reseña de la segunda novela de McTavish, Hasta el cuello de problemas, en la que el periodista, después del anzuelo inicial, adoptaba un tono mucho más crítico. Era evidente que el primer libro le había entusiasmado lo suficiente como para no cargarse el segundo, pero eso era lo único que le impedía desatar cruelmente toda su furia. El artículo llegaba a la conclusión de que la segunda obra de McTavish era, en definitiva, un fracaso, y terminaba con sendas reseñas breves de dos óperas primas cuyos autores habían participado en una mesa redonda con McTavish en la Feria del Libro de Edimburgo…

Me volví hacia Brooke.

—¿Me tomas el pelo?

Tocó el artículo con el dedo por toda respuesta. Volví a mirarlo. Una pequeña fotografía cuadrada, de un par de centímetros de lado, estaba inserta entre los dos últimos párrafos de la columna. Se veían tres personas en ella, felices en un bar. Las reconocí a todas.

El pie de foto rezaba: «Henry McTavish, escritor bestseller de novela negra, conversa con las prometedoras novelistas debutantes Lisa Fulton (izquierda) y S. F. Majors (derecha) en la Feria del Libro de Edimburgo».

La foto se había tomado en un reservado mal alumbrado de un pub mal alumbrado —y lo digo literalmente, porque según mis investigaciones, el dueño intentó alumbrarlo con fuego para cobrar el seguro en 2015 y no lo consiguió—, pero no admitía dudas. McTavish enlazaba a Lisa por el hombro, ambos reían, y S. F. Majors miraba fijamente a la cámara. Los tres tenían espumosas pintas de cerveza ante ellos y exhibían sonrisas vibrantes, nada forzadas. No parecía que posaran para un periódico. La imagen transmitía esa sensación de camaradería habitual en los anuarios escolares que te hace echar de menos la juventud.

Los tres, juntos en el mismo certamen. Hacía veinte años. Otra vez la misma canción. Y ahora todos juntos en el mismo tren. No podía tomármelo a la ligera.

—¿Por qué me enseñas esto? —pregunté.

—Porque si no tienes nada mejor que un par de teorías con las que explicar por qué soy la culpable de este asesinato, he pensado que quizá te interesaría saber quién tenía motivos reales para cargárselo. Esta foto —Brooke hincó el dedo en la página— se tomó inmediatamente después de que Henry publicara Hasta el cuello de problemas, la segunda novela de Morbund, que fue un fracaso. Y un año antes de que publicara…

—Descarrilamiento —terminé yo. La tercera novela de Morbund. Poco a poco fui entendiendo lo que Brooke quería decirme—. Es el libro que Majors mencionó en la presentación de la mesa redonda. El que dijo que estaba basado en hechos reales.

—¡Exacto! Majors ha asegurado varias veces que ella fue la primera en hablar de esa historia. En… esa… misma… feria. —Acompañó cada palabra clavando el dedo en el mismo centro de la sonrisa dentuda de Majors.

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