Todas las criaturas oscuras by Paula Gallego

Todas las criaturas oscuras by Paula Gallego

autor:Paula Gallego [Gallego, Paula]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-11-07T00:00:00+00:00


Pedimos ayuda en la primera taberna que encontramos. Buscamos a un guardia y ambas esperamos mientras corre a palacio a llevar la noticia de que deben socorrernos. La tabernera nos cede un reservado que no es tan discreto como para evitar que varios curiosos se asomen de vez en cuando a ver a las protagonistas del último escándalo, y yo estoy tan cansada como para que me dé igual.

Nírida ha puesto el pie en alto y se está bebiendo ella sola una copa de vino tras otra en el más absoluto de los silencios.

—¿Crees que nos tomarán más en serio si cuando llegan los guardias de palacio para escoltarnos tú has vaciado la bodega de esta gente? —le pregunto.

—Creo que así yo podré tomarme menos en serio lo que acaba de ocurrir. —Apura la siguiente copa de un trago y se sirve la siguiente. Mi vaso permanece vacío—. ¿Cómo lo has hecho?

Respiro profundamente. Desde que mi corazón ha vuelto a latir, me he estado preparando para responder a esta pregunta. El estado de agitación de Nírida ha sido una ventaja que me ha concedido tiempo. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que la mejor respuesta es la verdad.

—No lo sé —contesto—. Creo que tu espada le ha hecho algo. ¿De qué está hecha?

—Mi espada es normal —replica—. No tiene más que acero de luna y una empuñadura bonita. —Suspira profundamente—. Tenía —se corrige.

—¿Crees que ha sido el acero de luna? ¿De dónde sale?

El acero de luna es resistente. Solo los guerreros más ricos pueden costearse una espada de ese material, pero nunca había oído que tuviese propiedades mágicas.

—De cualquier cantera. —Sacude la cabeza—. Es caro, pero no mágico.

A ninguna de las dos nos ha preocupado en absoluto la espada abandonada en el bosque. Imagino que ella tampoco piensa en eso ahora.

—Entonces, no lo sé.

—¿Y cuál era tu plan? Cuando te has preparado frente a él y has esperado a que se lanzara contra ti, ¿qué esperabas hacer?

De nuevo, vuelvo a optar por la verdad.

—No tenía un plan.

Nírida toma la botella de vino y me sirve un poco en la copa vacía antes de deslizarla por la mesa, hacia mí.

—Eso ha sido estúpidamente valiente.

La admiración en su tono de voz me hace reír un poco y tomar la copa.

—Kirian me contó que lleváis brazaletes a juego —observa, bajando un poco el tono de voz.

Suelto una maldición.

—Será bocazas.

—Sí. La discreción no es una de sus virtudes. —Le veo alzar la copa hacia algún lugar de la taberna, y descubro a unos cuantos curiosos que dan la vuelta en cuanto comprenden que los hemos pescado mirando—. Aun sabiendo que lo salvaste no me creía del todo su historia. Al fin y al cabo, es Kirian, y cuando se trata de ti…

—¿Qué? —inquiero, cuando no termina.

—Bueno, que él siempre ha… —Ladea la cabeza, como si esperara que yo entendiera, y sacude la cabeza cuando se da cuenta de que quiero de verdad que me lo explique—. Antes no conseguía ver qué te hacía tan especial para él y ahora no lo creía cuando decía que habías cambiado.



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