Textos 23 by Varios Autores

Textos 23 by Varios Autores

autor:Varios Autores [Varios Autores]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Universidad Nacional de Colombia


(Dis)continuidad en los parques. Notas sobre la idea de espacio público visto desde una ventana indiscreta

Luis Orlando Espinosa Ramírez

Toda la ciudad acude a las ventanas.

Gonzalo Márquez Cristo (1992). Ritual de títeres.

La ciudad que vemos ya no existe.

Jorge Luis Borges (2007). “La biblioteca de Babel”.

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo [...]

[...] Y se me ocurre la idea solemne, cuando entro por la noche en una gran ciudad, de que cada uno de los corazones que laten en los centenares de millares de pechos que allí habitan es, en alguna de sus imaginaciones, un secreto para el corazón que se halla más cerca de él. Las más graves ideas, e incluso la Muerte, quedan comprendidas en lo que acabo de decir [...] En cualquiera de los cementerios de esta ciudad que atravieso, ¿hay acaso un durmiente más inexplicable para mí, o de lo que yo mismo soy para ellos, que sus atareados habitantes, en su personalidad más recóndita?

Charles Dickens [1859] (1969). Historia de dos ciudades.

1. Al otro lado de la ventana, parque y lluvia

Al otro lado de la ventana, mojado y remojado por la lluvia que se va acumulando en charcos cada vez más grandes, casi torrentosos, el parque va adquiriendo una imagen fantasmal, como salida del cine, como si hiciera parte del repertorio de locaciones de una película de terror. El aguacero cae inclemente, violento, con inusitada belleza para mis ojos, y se convierte en una suerte de cortina acuosa que extraña la apariencia habitual del parque. Justo ahora la soledad afuera es casi absoluta, si no fuera por el parque mismo, habitado en este instante por una multitud de ausencias y de alegrías que han preferido, tal vez, la calidez del hogar, de la hoguera, el espacio restringido, no lluvioso, de la casa, de lo privado: no hay niños ni niñas, no hay pelotas ni triciclos, no hay frisbees volando ni perros beagle haciendo alharaca. No hay nadie. Solo la lluvia pesada y el sonido monótono interrumpido de vez en cuando por los sonidos hiperbólicos del trueno y el eco que anuncian la electricidad vertiginosa del relámpago. El espacio público del parque, el parque, no se ve en este momento de lluvias diluviales como propicio para ser habitado, no presenta su rostro hospitalario: se mantiene, evidentemente, como espacio, pero la circunstancia meteorológica anula su ser público, su posibilidad de ser de todos, de pertenecer a todos. No obstante, sigue siendo el parque, continúa siendo el parque.



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