Su Hogar by Mary Calmes

Su Hogar by Mary Calmes

autor:Mary Calmes [Calmes, Mary]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Dreamspinner Press


Capítulo 3

SUS manos estaban por todas partes y yo sonreí con la cabeza en la almohada. Cambié de posición pero una presión en mis omóplatos y una suave caricia evitaban que me levantara.

—No te muevas.

—Sí, Ry —suspiré, amando ese cuchicheo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, aclarándose la garganta.

—Condenadamente bien —no pude contener la amplia sonrisa—. ¿Qué hay de ti?

—Estoy bien —dijo distraídamente—, ¿pero podrías… está bien si enciendo la luz?

—¿Por qué?

—Por favor.

—Si debes… —dije en tono de broma, cerrando los ojos y preguntándome vagamente por qué era tan importante, pero no lo suficiente como para que realmente me interesase.

Escuché el clic de la luz y luego sentí sus manos recorriendo mi piel, presionando y tocando, casi como si estuviera revisándome en busca de lesiones.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté con una risita, rodando sobre mi espalda y entreabriendo los ojos para mirarlo.

Tenía los ojos muy abiertos mientras me miraba.

—Julian, tu piel es… tu pelo… tú estás… ¿puedes mirarme?

—Te estoy mirando.

—No, ¿podrías…? —su voz se desvaneció, se quedó sin resuello y un escalofrío lo sacudió—. Julian, mírame. Abre bien tus ojos y mírame.

Hice lo que me pidió, sonriendo segundos después cuando él contuvo el aliento.

—No soy tan interesante.

—Oh —sus ojos se llenaron de lágrimas mientras me miraba.

Mierda.

—¿Cariño, qué pasa? —me estiré hacia él, súbitamente preocupado.

—Julian —dijo a duras penas—. Estás bien, te ves igual.

—¿Quieres decir que no resplandezco con euforia postcoital?

—No, tú sencillamente… —La forma en que su voz se entrecortó, cómo tuvo que morderse el tembloroso labio inferior para poder hablar, era casi gracioso—. Estás Bien, estás perfectamente bien.

No había picado con el sarcasmo, en cambio, estaba completamente absorto en mi aspecto.

—¿Qué pasa, Ry?

Momentos más tarde, su sonrisa ya se había vuelto subyugadora.

—Deseaba tanto que fueras tú… Tenía la esperanza —tragó con fuerza.

Yo estaba confundido, pero la pregunta murió en mis labios porque se inclinó hacia mí y apagó la luz, sumergiendo al dormitorio en la oscuridad. Hasta que sentí cómo su cabeza se apoyaba en mi pecho.

—Qué estás haciendo…

—Estoy escuchando tu corazón.

—¿Por qué? —pregunté, inhalando el aroma de su pelo.

—Quédate quieto.

Estaba actuando de una manera realmente rara, pero su cálida piel se sentía tan bien junto a la mía que la razón para el contacto apenas importaba. Tenía que tocarme, era una necesidad, y esa noción me atravesó de lado a lado, caldeando hasta mis rincones más recónditos.

—Lo sabía, debería haber escuchado a… pero ya no confío en mí mismo —dijo más para él que para mí.

—¿Sabías que?

Ryan dejó salir una profunda exhalación, casi un suspiro y deslizó una pierna sobre las mías, presionando sobre mi costado.

—Julian, voy a conservarte —dijo con tono práctico.

—Pensé que ya lo habías decidido —dije con una leve risita.

—Dios mío —dijo, inclinándose sobre mí—, eres tan asombroso. Cualquier otro ya estaría desquiciado. —Se elevó, moviéndose encima de mí hasta montarse sobre mis muslos, mirándome en la semioscuridad—. Sabía que eras tú, Julian. Simplemente lo sabía.

La luz de la luna se colaba por la ventana, iluminándolo. Vi la forma en la que me miraba, posesivamente, observando sus propias manos mientras se arrastraban sobre mi pecho.



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