Si no podemos viajar a la velocidad de la luz by Kim Cho-yeop

Si no podemos viajar a la velocidad de la luz by Kim Cho-yeop

autor:Kim Cho-yeop
La lengua: spa
Format: epub
editor: Ediciones Temas de Hoy
publicado: 2022-07-19T15:24:33+00:00


Meses después, Emotional Solids cerró por completo su sitio web. Se rumoreaba que en Japón vendían productos similares. No había manera de saber si los fabricaba la misma persona o si se trataba de versiones piratas.

Un día encontré un montón de piedrecitas sobre el armario de Bohyeon. Todas eran Materializa-emociones y todas eran Fuente de melancolía. Junto a esos objetos también vi unos antidepresivos prescritos por el médico. No me quedaba claro si lo que intentaba era morir sumergida en la más profunda depresión o si deseaba salir de ella y seguir viviendo.

—No logro entenderte.

Bohyeon se enfrentaba a un dilema. Un pantano que tiraba de sus talones cada vez con más fuerza. Aquellos seres a quienes una vez había amado la estrangulaban. Yo estaba al tanto de su situación, pero eso no significaba que la entendiera.

¿Podía esa cosa ayudarla a superar la tristeza?

—Es obvio que no puedes entenderme. Nunca en tu vida padeciste una tristeza permanente como la mía. Yo pretendo abrazar mi depresión y tenerla presente siempre. Qué no daría si pudiera saborearla, palparla...

En ese momento sonó algo. El móvil comenzó a vibrar sobre la mesa. Bohyeon continuó:

—Algunos problemas son imposibles de esquivar. No son tanto como los objetos sólidos, sino más bien como los gases. Siento que mis pulmones son aplastados cada vez que inhalo esta sustancia amorfa, este aire que me envuelve. ¿Será que mis emociones me dominan? ¿O tendré yo el control sobre ellas? A veces me veo como un ser que está suspendido en el vacío. Otras veces no tanto. Tal vez tengas razón. Puede que todo sea un mero placebo o una psicosis colectiva lo que genera. Lo sé.

Bohyeon cogió un Fuente de melancolía y lo soltó enseguida sobre la mesa. Era un objeto duro, azul, redondo y pequeño de suave textura. Y olía extraño.

—Cuando por fin se acabe este estado de alucinación, las partículas del dolor se dispersarán y se clavarán en mis pulmones. ¿Será el mejor desenlace para esta historia? —Siguió hablando y en un momento una piedra de las que había sobre la mesa rodó y cayó al piso.

Evité cruzar mi mirada con la suya. Por eso no pude ver la expresión en su cara. De repente, el temblor del móvil provocó un sonido en ella, algo así como un grito efímero. Bohyeon se dio la vuelta y salió. La puerta se cerró tras ella. El móvil dejó de vibrar.

Levanté la cabeza. Me agobiaba el silencio que llenaba el vacío.

¿Cómo debería haberla consolado? Me di cuenta de que mi vocabulario carecía de palabras o expresiones para confortarla. Una gélida corriente de aire atravesó mi ser como si algo preciado hubiera escapado de mi alma y supe que eso que me estaba sucediendo no era una experiencia abstracta o imaginada, sino sensorial. Entonces, pude comprender a Bohyeon vagamente.

El evanescente olor de un perfume. El aire pesado del ambiente. Los sollozos al otro lado de la puerta. Unas viejas manchas en la pared. Los nudos de madera en la mesa. La fría superficie de la puerta.



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