Sherlock Holmes en El signo de los cuatro by Arthur Conan Doyle

autor:Arthur Conan Doyle
La lengua: spa
Format: epub
editor: Akal, S. A.
publicado: 2018-03-20T00:00:00+00:00

[2] Combustible sólido, ligero y poroso que resulta de calcinar ciertas clases de carbón mineral (Diccionario de la Real Academia).

[3] Embarcación menor, de fondo plano, proa aguda y popa cuadrada, que sirve para transportes en aguas de poco fondo (Diccionario de la Real Academia).

Capítulo IX

Se rompe un eslabón de la cadena

La tarde estaba ya avanzada cuando me desperté, fortalecido y fresco. Sherlock Holmes continuaba en la misma posición en que lo había dejado, salvo que ya no sujetaba el violín y se hallaba inmerso en un libro. Me miró mientras me movía, y noté que su rostro estaba sombrío y preocupado.

—Ha dormido profundamente –dijo–. Temía que nuestra charla lo despertara.

—No escuché nada –contesté–. ¿Ha recibido alguna noticia, entonces?

—Desgraciadamente no. Confieso que estoy sorprendido y decepcionado. Esperaba tener ya alguna información más precisa. Acaba de subir Wiggins a informarme. Dice que no encuentran ningún rastro de la lancha. Es un revés irritante porque el tiempo es de vital importancia.

—¿Puedo ayudar en algo? Estoy completamente descansado y me siento preparado para otra salida nocturna.

—No, no podemos hacer nada. Sólo debemos esperar. Si vamos nosotros, el mensaje podría llegar durante nuestra ausencia y eso nos retrasaría aún más. Usted puede hacer lo que quiera, pero yo debo permanecer de guardia.

—Entonces haré una escapada a Camberwell para visitar a la Sra. Cecil Forrester. Ella me pidió ayer que fuera.

—¿La Sra. Forrester? –preguntó Holmes con un destello risueño en sus ojos.

—Bueno, claro, también saludaré a la señorita Morstan. Estaban ansiosas por escuchar lo que había sucedido.

—Yo no les diría demasiado –dijo Holmes–. Nunca hay que confiar demasiado en las mujeres, ni siquiera en las mejores.

No me detuve a discutirle tan atroz comentario.

—Volveré en una o dos horas.

—¡Está bien! ¡Buena suerte! Pero, ya que va usted a cruzar el río, podría devolver a Toby. No creo probable que lo necesitemos por el momento.

Me llevé al mestizo y lo dejé, junto con medio soberano, en la tienda del viejo naturalista en Pinchin Lane. En Camberwell hallé a la señorita Morstan un poco cansada por las aventuras de la noche anterior, pero ansiosa por escuchar las noticias. La Sra. Forrester también estaba llena de curiosidad. Les conté todo lo que habíamos hecho, suprimiendo, sin embargo, las partes más espantosas de la tragedia. De esa manera, aunque hablé de la muerte del Sr. Sholto, no dije nada sobre la manera exacta en que se había cometido el crimen, ni sobre el método utilizado. Sin embargo, a pesar de todo lo que omití, había suficiente para sobresaltarlas y asombrarlas.

—¡Toda una novela! –exclamó la Sra. Forrester–. Una mujer agraviada, un tesoro de medio millón, un caníbal negro y un rufián con una pata de palo. Ocupan el lugar del más convencional dragón o del conde malvado.

—Y también están los dos caballeros andantes que vienen al rescate –agregó la señorita Morstan, mirándome con ojos centelleantes.

—Entonces, Mary, su fortuna depende del resultado de esta búsqueda. No la veo demasiada emocionada. ¡Imagine lo que debe de ser poseer tanta riqueza y tener el mundo

descargar

Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.