Septiembre. Una simple Verdad by Jamie Craig

Septiembre. Una simple Verdad by Jamie Craig

autor:Jamie Craig
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2014-08-12T22:00:00+00:00


Capítulo 5

Todo el camino a casa, apenas pudo hablar. Su cuerpo zumbaba con anticipación, su cabeza estaba dispersa con las fantasías de lo que seguía. Luchaba contra la tentación de deshacerse del cinturón de seguridad y chupársela de Bryce mientras conducía, pero el escenario continuaba en su cabeza, siguiendo con la negativa bien intencionada de Bryce, para posteriormente quitarle la corbata, y atar las manos del otro al volante con ella para que no pueda evitar que tome lo que quiera.

En el momento en que se detuvieron en la entrada de su casa, era un manojo de nervios y saltó del coche antes de que el coche terminara de parar.

—Hey, espera —llamó Bryce, caminando rápidamente detrás de él. Llegó a la puerta cuando ya la había desbloqueado—. ¿Dónde está el fuego?

Cuando miró hacia atrás, se preguntó si Bryce podía ver cuanto lo deseaba. En caso de lo contrario, lo iba a sentir pronto. —Dentro. —Le tomó de la mano y tiró de él, sin soltarle la mirada hasta que la puerta se cerró detrás de ellos.

Bryce debía saber exactamente lo que estaba sintiendo, porque hizo el primer movimiento. Su brazo pasó a su alrededor, sus bocas se estrellaron juntas. Le dio un beso con la misma intensidad y hambre de la noche anterior. Solo que ahora no estaban embotados por los efectos de los excesos del vino.

Se estrelló contra la pared, ambos necesitaban del refuerzo que les proporcionaba, ya que atacaron con dientes y lengua. Charlie arañó la corbata de Bryce. Necesitaba que se la quitara. Necesitaba piel frotándose contra la suya. No era suficiente, no ahora que estaba en su poder el sentir la erección del otro frotándose contra su cadera. Polla desnuda contra polla desnuda. Cuerpo a cuerpo. Era lo que quería, lo que siempre había querido.

—Algunos de estos sábados por la noche son para quedarnos, ¿no? —Dijo sin aliento entre besos.

—Definitivamente. Y los viernes por la noche. Y los domingos por la noche. —Las manos de Bryce eran frenéticas mientras tiraba de los botones de Charlie, haciéndolos estallar. Sospechaba que sus ropas iban a ser destrozadas y destruidas para el momento en que llegaran a la habitación, pero no le importaba. Solo eran barreras, entre él y lo que realmente quería—. Y cualquier otra noche que quieras.

En ese momento, quería todas las noches. No quería dejar que los toques fervientes se quedaran atrás. Quería fusionar sus cuerpos y nunca volver a salir de la cama. Quería borrar quince años de negación y pérdida y abrazar lo que se había perdido, lo que había anhelado. Pero más que nada, quería sacarle esa maldita corbata. Porque sus dedos habían perdido todo sentido de control en el momento en que tocaron a Bryce.

Su camina se abrió, medio quitada por la cintura, cuando empujó por los hombros a Bryce para poder ver mejor lo que estaba haciendo. —Necesito que te lo saques, —dijo ante la confusión del otro. El hombre más joven sonrió y agachó la cabeza, fue en ese momento



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