Renegado by NOSOLOROL

Renegado by NOSOLOROL

autor:NOSOLOROL
La lengua: spa
Format: epub
editor: NOSOLOROL
publicado: 2017-04-04T16:00:00+00:00


30

No me gustan los hospitales. Aunque ¿a quién le gustan? No me gustan los pasillos limpios y fríos. No me gustan las luces fluorescentes de aspecto desnudo. No me gustan los teléfonos de timbre suave. No me gustan las batas de tonos pastel que llevan las enfermeras y auxiliares. No me gustan los ascensores, no me gustan los colores relajantes de las paredes y no me gusta cómo todo el mundo habla en voz baja y calmada.

Pero, sobre todo, no me gustan los recuerdos que tengo de esos sitios.

Andi seguía en cuidados intensivos. No iba a poder entrar a verla. Billy y Georgia tampoco habrían podido si no hubiesen arreglado hacía unos años unos poderes legales para asuntos médicos. Las horas de visita normales ya habían terminado hacía mucho, pero la mayoría del personal de los hospitales miraba hacia otro lado y era flexible con la gente cuyos seres queridos estaban ingresados en la uci. El mundo ha cambiado mucho a lo largo de los siglos, pero las vigilias ante la muerte se siguen respetando.

En su momento, Billy había acudido a mí en privado para concederme también poderes legales en caso de que fuera hospitalizado y Georgia no estuviese cerca para encargarse de todo. Aunque ninguno de los dos habíamos dicho nada, ambos habíamos sabido el verdadero motivo. La única razón por la que Georgia podría no estar ahí sería que hubiese muerto. Si Billy no se encontrase en condiciones de decidir por sí mismo, prefería no quedarse para averiguar cómo sería su mundo sin ella. Necesitaba a alguien de confianza que pudiese entenderlo.

Billy y Georgia son una pareja sólida.

Yo ya había pasado infinitas horas en la sala de espera de la uci del hospital Stroger. No había cambiado desde la última vez. Se encontraba vacía, excepto por Georgia. Estaba echada en un sofá, dormida con las gafas puestas. Tenía abierto sobre el estómago un libro de, sin duda, una autoridad en el campo de la psicología. Parecía exhausta.

Pasé de largo la sala de espera y me acerqué al mostrador de enfermería. Una mujer en la treintena, de aspecto cansado, levantó la vista hacia mí con el ceño fruncido.

—Señor —dijo—, las horas de visita terminaron hace mucho ya.

—Lo sé —respondí. Saqué mi cuaderno del bolsillo y escribí una nota rápida en él—. Me vuelvo ahora a la sala de espera. La próxima vez que pase usted por la habitación de la señorita Macklin, ¿le podría entregar esto al caballero que está sentado a su lado?

La enfermera se relajó un poco y me dedicó una sonrisa fatigada.

—Por supuesto. Iré dentro de unos minutos.

—Gracias.

Regresé a la sala de espera y me acomodé en una silla. Cerré los ojos, apoyé la cabeza en la pared y dormité hasta que escuché pasos.

Billy entró en la sala con una manta enrollada bajo el brazo, miró a su alrededor y me saludó con la cabeza. Se acercó de inmediato a Georgia. Le quitó con mucho cuidado las gafas y cogió el libro. Ella ni se inmutó.



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