Recuerdos de muerte by Angela Marsons

Recuerdos de muerte by Angela Marsons

autor:Angela Marsons [Marsons, Angela]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2019-02-22T00:00:00+00:00


Capítulo 68

Sin poder evitarlo, Stacey se sintió mal al decirle a Alison que no, pero interrogar a HOLMES2 por casos anteriores similares no era tarea fácil.

Había escuchado a Alison. La mujer pensaba que todo era cuestión de introducir unos pocos detalles clave. Y así habría sido si estuvieran buscando casos de violaciones y asesinatos brutales; pero, si Alison tenía razón en que el asesinato de Jennifer Townes era el resultado de una escalada, estaban ante delitos de violaciones sin resolver que se contaban por miles. Les llevaría semanas de interrogatorios y análisis.

Y, para ser sincera, creía que Alison perdía el tiempo en un caso en el que el equipo de West Mercia ya tenía a su hombre. A la conductista le estaba costando asumir su propio error.

No era tan insensible como para decirle algo así, pero el aire parecía haberse congelado entre las dos. Stacey respiró aliviada cuando unos pasos familiares resonaron en la sala general.

Penn la saludó.

—Hola, Stace. —Entró en las oficinas con premura y se deshizo de su bolsa. Se volvió y asintió en dirección a Alison, como si antes se hubiera olvidado de que estaba allí—. ¿Dónde está la jefa? —preguntó.

—Comprobando una pista en los Cotswolds. Detalles de la primera escena del crimen que nuestro asesino no pudo obtener de las noticias. Aún no me ha contestado —dijo Stacey, extrañada. La jefa, por norma, se comunicaba cada dos horas.

—Ponme al día. ¿Qué hay en los Cotswolds?

Stacey casi había olvidado cuánto tiempo había pasado Penn fuera.

—Un tipo que escribió un libro sobre la infancia de la jefa. Un periodista o algo así.

—Hostias, ¿hay un libro?

Stacey asintió.

—Se trata de lo del envoltorio de la galleta. No aparece en ningún sitio en la prensa, así que me puse a pensar…

—Ejem —dijo Alison, sin levantar la vista.

—Con un poco de ayuda de ahí —reconoció Stacey—. Me puse a pensar que tuvo que haberlo sacado de algún sitio. La jefa ha ido a ver si el periodista ha vendido algún ejemplar hace poco.

—¿Y no podía haber telefoneado? —preguntó él. Cogió el último pastelillo del táper.

Mientras daba un bocado, Alison le dirigió una mirada de odio. Stacey ya ni siquiera intentaba contar la ingesta diaria de calorías de la mujer.

—Bueno, he estado… —dijo Penn.

—Así que he estado… —dijo Stacey dijo al mismo tiempo.

Ambos rieron.

Alison los miró por encima de sus gafas sin montura.

—Sí, vale, podréis compartir los resultados de vuestros deberes en un minuto, pero primero me gustaría obtener información. —Los dos se volvieron hacia ella—. He estado mirando los nombres que me habéis dado y elaborando algunos perfiles. Unos cuantos los he descartado basándome en la motivación, en la pérdida que sufrieron, después de compararla con el nivel de planificación, energía, conocimientos, reglas de tenacidad. La mayoría no encajan.

—¿La mayoría? —preguntó Stacey—. Entonces, ¿los descartamos o no?

—Siempre habrá excepciones a las reglas, pero, en el conductismo y la elaboración de perfiles criminológicos, tenemos que seguir las reglas, no las excepciones.

Stacey no estaba segura de si eso la hacía sentir mejor. No le gustaba que esta mujer descartara gente porque no encajaba en su ecuación.



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