Quiero ser amado by Barbara Cartland

Quiero ser amado by Barbara Cartland

autor:Barbara Cartland
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 1991-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo 5

Al día siguiente, el marqués se enteró de que se realizaría una competencia de equitación a unos cuantos kilómetros.

Comprendió en seguida que su presencia sería un peligro, ya que, sin duda, algunos de sus amigos asistirían.

También estarían presentes cazadores, guardabosques y sirvientes que podrían reconocerlo.

Por fortuna, mientras se encontraba pensando en eso, le avisaron que todos irían en los vehículos de Sir Percy, conducidos por sus propios sirvientes.

Con un suspiro de alivio, el marqués esperó a que se fueran y entonces se dirigió a la caballeriza.

Ya había hecho amistad con el palafrenero en jefe de Sir Percy, que además fungía casi como un administrador.

Con la agudeza de un hombre de negocios que sabe cómo obtener lo mejor, Sir Percy contrató a un hábil conocedor para que comprara sus caballos y los supervisara.

Wainwright era un hombre que a él mismo le habría gustado contratar, pensó el marqués.

Aun cuando, de hecho, él conocía tanto de caballos que no necesitaba el consejo de nadie más.

Abrigaba la esperanza de que Wainwright no hubiera ido a las carreras.

Cuando entró en la caballeriza, lo encontró sentado leyendo los anuncios de un periódico deportivo.

Levantó la vista cuando entró el marqués y sonrió.

—El Conde de Maresbrook vende algunos de sus caballos de caza —dijo—, ¿cree que vale la pena ir a verlos?

El marqués recordó que Maresbrook era un hombre viejo y que su hijo vivía en una parte diferente del país.

—Estoy seguro de que valdría la pena que fuera —respondió—. El conde, de joven, tenía fama de ser un excelente conocedor de ese tipo de caballos.

—Seguiré su consejo y, si aún está usted por aquí, podríamos ir juntos.

El marqués pensó que eso era poco probable, pero respondió:

—Como debe suponer, tengo que pedirle un favor.

Wainwright se rió.

—La elección es un tanto limitada, pero estoy seguro de que podremos encontrarle un buen caballo para que haga ejercicio.

—Eso es lo que deseo —dijo el marqués—. Me agrada conducir, pero no es lo mismo que ir montado sobre un animal brioso.

—Es lo mismo que yo opino —admitió Wainwright—. Vayamos a buscarlo.

Recorrieron la caballeriza y el marqués no dijo nada hasta que llegaron al caballo que deseaba.

Se llamaba Victory y era un semental notable.

Tenía más alzada de lo común y, por lo que había visto el marqués, era muy brioso y difícil de dominar.

Miró a Wainwright y expresó:

—Creo que usted sabía que éste es el que yo prefiero.

—Le costó una buena suma al amo —respondió Wainwright—, y sólo puedo pedirle que no lo lastime, ¡porque me cortaría la cabeza!

—No lo haré —le aseguró el marqués.

—Muy bien, creo en usted, Lyon, aunque muchos no lo harían.

El marqués se rió con cierta ironía.

Tenía fama de buen jinete y jamás había pensado en que se dudaría de ella.

Sin embargo, mientras pudiera conseguir el caballo que deseaba, estaba dispuesto a no discutir.

Ensillaron a Victory y el marqués lo montó y, mientras Wainwright lo observaba, se alejó.

Era un placer más allá de las palabras estar libre, solo y montado en un caballo excelente.

Victory probaba todos sus trucos en su afán de desmontarlo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.