Que Vida Esta by Janet_ Evanovich

Que Vida Esta by Janet_ Evanovich

autor:Janet_ Evanovich
La lengua: es
Format: mobi
Tags: sf_detective
publicado: 2010-12-31T23:00:00+00:00


Una hora después entraba en mi aparcamiento con Kloughn chachareando a mi lado. Había puesto a los Godsmack en el reproductor de CD, pero el volumen no era suficiente para neutralizar del todo a Kloughn.

—Madre mía, ha sido increíble —decía Kloughn—. Nunca había visto a una estrella de cine tan de cerca. Y sobre todo desnuda. No la he mirado, demasiado, ¿verdad? Quiero decir, que no se puede evitar mirar, ¿verdad? Hasta tú la has mirado, ¿verdad?

Verdad. Pero no me he puesto de rodillas para examinar el vello púbico en forma de rayo.

Aparqué y acompañé a Kloughn a su coche, para cerciorarme de que abandonaba el aparcamiento sano y salvo. Me giré para entrar en el edificio y solté un grito al chocar con Ranger.

Estaba pegado a mí y sonreía.

—¿Una buena cita?

—Ha sido un día muy raro.

—¿Cómo de raro?

Le conté lo de Vinnie y la película porno.

Ranger echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Algo que no se veía muy a menudo.

—¿Esto es una visita social? —pregunté.

—Todo lo social que puede ser, tratándose de mí. Vuelvo a casa del trabajo.

—A la Baticueva —nadie sabía dónde vivía Ranger. La dirección que figuraba en su carné de conducir era un solar vacío.

—Sí. A la Baticueva.

—Me encantaría conocerla alguna vez.

Nos miramos a los ojos.

—Tal vez algún día —dijo—. A tu coche no le vendría mal una pasadita por el taller.

Le conté lo de las arañas y que Abruzzi me había amenazado con que en un momento u otro me arrancaría el corazón.

—A ver si lo he entendido —dijo Ranger—. Ibas en el coche después de ser atacada por una bandada de gansos cuando una araña se te echó encima e hizo que te estrellaras contra un coche aparcado.

—Deja de sonreír —pedí—. No tiene gracia. Odio las arañas.

Me echó un brazo por encima de los hombros.

—Ya lo sé, cariño. Y tienes miedo de que Abruzzi cumpla su amenaza.

—Sí.

—Hay demasiados hombres peligrosos en tu vida.

Le miré de soslayo.

—¿Se te ocurre alguna forma de reducir la lista?

—Podrías matar a Abruzzi.

Levanté las cejas.

—No le importaría a nadie —dijo Ranger—. No es un tipo muy querido.

—¿Y los otros tíos peligrosos de mi vida?

—No son una amenaza mortal. Puede que te rompan el corazón, pero no te lo arrancarán del cuerpo.

Madre mía, ¿y aquello se suponía que debía tranquilizarme?

—Aparte de tu sugerencia de matarle, no sé qué hacer para frenar a Abruzzi —dije a Ranger—. Soder puede que quiera recuperar a su hija, pero Abruzzi va detrás de algo más. Y sea lo que sea, cree que yo también voy tras ello —levanté la mirada a mi ventana. No me volvía loca la idea de entrar en el apartamento sola. La amenaza de arrancarme el corazón todavía me ponía los pelos de punta. Y de vez en cuando sentía arañas inexistentes arrastrándose por mi piel—. Bueno —dije—, y ya que estás aquí, ¿no te apetece subir y tomar una copa de vino?

—¿Me estás invitando a algo más que a una copa de vino?

—Algo así.

—Deja que adivine. Quieres que compruebe que tu apartamento es seguro.



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