Por el amor de Rose by Robert Egby

Por el amor de Rose by Robert Egby

autor:Robert Egby [Egby, Robert]
La lengua: eng
Format: epub
editor: Three Mile Point Publishing
publicado: 2015-01-16T23:00:00+00:00


21

EL NUEVO HOSPITAL DE campaña en Izurza fue instalado en un caserío de piedra de tres pisos que tenía doscientos años. Con tejas rojas, en el pasado había hecho las veces de taberna y hostal para viajeros en dirección a Vitoria o Gasteiz como la llamaban los vascos. Pequeñas ventanas empotradas, algunas con jardineras vacías y mohosas, miraban hacia la carretera, mientras que un enorme granero sobresalía por la parte posterior de la casa. Una pared de roca de color arena y cobre que formaba parte del la montaña que se elevaba por detrás, empezaba justo donde terminaba el granero.

La recepción, que flanqueaba el quirófano, y la clínica se encontraban en el nivel inferior de la casa. El médico y las internistas Danele y Junele, así como el resto del personal de enfermería vivían en las habitaciones del hostal en el piso superior. En el segundo piso se situaban una gran cocina y el comedor.

Frank y Pello ayudaron a Rose, Miren y los celadores a mover y desembalar cajas y bolsas de sábanas, vendas y suministros médicos. Al final de la jornada, Harrison Gerrard dio las gracias a todos y anunció la inauguración del «Centro Médico de Izurza».

Todo el mundo aplaudió a pesar del cansancio abrumador y Miren, la madre de Pello, felicitó a Harrison por su creciente conocimiento del español.

—Debería estar aprendiendo euskara —dijo Pello entre dientes, molesto porque su madre mostrara su familiaridad con el doctor americano en público.

—El Frente Popular va a prohibir el uso del vasco —dijo Emma.

—Cuando esta desdichada guerra termine voy a empezar una campaña para revitalizar el euskara —respondió Pello desafiante.

—¿No vas a volver a Londres a seguir tus estudios? —preguntó Frank—. Lo disfrutaste mucho. Bailando en el Hammersmith Palais y todo eso.

—Mi trabajo está aquí, en Euskal Herria, el País Vasco —dijo mirando a Emma. Una débil sonrisa bailaba en los ojos de ella.

Después de una cena sencilla servida en el restaurante de la clínica, Rose y Frank se retiraron la habitación de esta y se tumbaron juntos, con los brazos entrelazados el uno alrededor del otro.

—La aventura renovada entre mi padre y la madre de Pello no es buena —dijo Rose—. Están actuando como un par de jóvenes enamorados.

—¿Y eso es malo?

Rose frunció el ceño.

—Frank, los dos pasan de los cincuenta y Papá está casado con mi madre. Se está volviendo realmente serio y estoy muy preocupada.

—Harrison Gerrard parece ser un médico maduro, muy querido y respetado —dijo Frank a la defensiva.

—Suenas como un agente de relaciones públicas —dijo bruscamente—. Papá es un condenado donjuán. Coquetea descaradamente con sus pacientes y con las amigas de Mamá cuando vienen a la casa de Mendieta.

—Esa clase de hombre no es serio —dijo Frank—. Siempre vuelven a casa a su amada.

Una mano le empujó en el pecho.

—Eh, amiguito, ¿hablas desde la experiencia?

Frank se sonrojó.

—Escucho los cotilleos en el Puesto de Bebidas en Cape Vincent. Tengo que aprender, ¿sabes?

Rose cedió.

—Bueno, lo estás haciendo bastante bien. —Entonces hizo una pausa y dijo en voz baja—: Papá ha dicho que tú y Pello os habéis ofrecido voluntarios para conducir ambulancias.



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