Poniente by Jesús María Sáez

Poniente by Jesús María Sáez

autor:Jesús María Sáez [Sáez, Jesús María]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2019-07-02T00:00:00+00:00


* * *

Domingo, 1 de julio de 2018

Me levanté en silencio al baño para tomarme un vaso de agua con un paracetamol. Eran las nueve de la mañana y tenía una importante resaca.

La noche anterior, después de visitar el castillo, volvimos a la ciudad y quedamos para cenar con algunos amigos de Carmen. Casi todos eran del gremio: un policía local con su novia, una mujer escultural centrada en el fitness de manera profesional y que poseía un cuerpo esbelto y fibroso a más no poder; dos policías nacionales que después supe que eran gais; una guardia civil que se crio prácticamente con mi compañera siendo la mejor amiga de su infancia; y otra pareja que no llegué a saber a qué se dedicaban aparte de a comerse los morros el uno a la otra durante toda la noche.

Ciertamente lo pasé muy bien. La cena resultó divertida, aparte de deliciosa, compuesta en su mayoría a base de tapas variadas y la ineludible cerveza refrescante bebida en abundancia. Más tarde salimos a conocer la noche cordobesa, donde la temperatura suave y el olor a jazmín invitaban a permanecer al aire libre. Visitamos varias terrazas-bares ubicadas en el ático de otros tantos edificios. La música ochentera nacional sonaba por todos los lados, entregando el poderío de la noche a Alaska, Radio Futura o Loquillo, mientras los vasos se llenaban de combinados. Recuerdo que bailé con la novia del munipa, con la picoleta y con uno de la pareja gay. Y con Carmen, claro. Como no…

Cuando volví al interior de mi camastro, comencé a tener una potente erección matinal que me hizo pensar en ella. Sumergí la mano bajo las sábanas, me bajé el pantalón corto del pijama y comencé a masturbarme pensando en sus curvas. Soñé que la poseía a sabiendas de que todo pasaba únicamente por mi calenturienta imaginación. Casi podía sentir cómo mis manos apretaban su culo firme contra mí. Acariciaba sus pechos con suavidad; besaba esos labios que me habían rozado antes…

Estaba a punto de dejarme ir cuando se abrió la puerta de la habitación de par en par.

—¿Qué demonios haces? —gritó Carmen entornando la cabeza.

Mi sexo recuperó de inmediato el tamaño habitual al oír su voz por sorpresa junto al cogote.

—¿No te han enseñado a llamar a la puerta? —Protesté notando como el rubor me encendía las mejillas mientras trataba de disimular que allí, bajo las fundas de raso, no pasaba nada.

—Venga, baja a desayunar, que te estamos esperando en la cocina. Hay cambio de planes. Tenemos que llevar a mi tía a Lucena por la mañana —me informó—. Una amiga suya está bastante enferma desde hace años por un cáncer, y me acaba de contar que esta noche pasada le han avisado porque ha empeorado de manera drástica. Quiere ir a despedirse.

—¿Luego la traemos de vuelta?

—No. Se queda a comer allí y a pernoctar probablemente haciéndole compañía. Volverá hoy a última hora o mañana en el autobús, según decida. Angelita se apaña bien, no te preocupes por ella —respondió tranquila—.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.