Pecado Original by Karin Slaughter

Pecado Original by Karin Slaughter

autor:Karin Slaughter [Slaughter, Karin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: det_police
ISBN: 9788499187495
editor: Roca
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo once

Dale Dugan entró a toda prisa en la sala de médicos.

—He venido en cuanto he podido.

Sara entornó los ojos mientras cerraba la taquilla. Había estado casi dos horas prestando declaración en la policía de Atlanta. Al regresar, todo el personal administrativo del hospital se había arremolinado a su alrededor durante una hora, al parecer con la intención de ayudarla, aunque no tardó en darse cuenta de que estaban más preocupados porque no los demandase. En cuanto firmó un papel que los eximía de toda responsabilidad, se marcharon tan rápidamente como habían venido.

—¿Puedo traerte algo? —preguntó Dale.

—No, gracias. Estoy bien.

—¿Quieres que te lleve a casa?

—Dale, yo…

La puerta se abrió de golpe. Will estaba de pie, con una expresión de pánico en el rostro.

Durante unos segundos, eso fue lo único que le importó. Sara dejó de ver todo lo que había en la habitación. Su visión periférica se redujo y se centró exclusivamente en Will. No vio a Dale marcharse, ni oyó las constantes sirenas de las ambulancias, ni el timbre de los teléfonos, ni los gritos de los pacientes. Lo único que veía era a Will.

Él dejó que se cerrase la puerta, pero no se acercó. Le sudaba la frente y respiraba entrecortadamente. Sara no sabía qué decirle ni qué hacer. Se quedó allí, mirándole, como si fuese un día normal.

—¿Te han dado un nuevo uniforme? —preguntó Will.

Sara se echó a reír. Se había puesto una bata de hospital, pues su ropa se la había quedado el Departamento de Pruebas.

Will forzó una sonrisa.

—Resalta el verde de tus ojos.

Sara se mordió los labios para evitar llorar. Había deseado llamarle en cuanto sucedió. Había tenido el móvil en la mano, su número en la pantalla, pero terminó por guardarlo en el bolso porque sabía que, si le veía antes de recobrar la serenidad, se derrumbaría por completo.

Amanda Wagner llamó a la puerta antes de entrar.

—Lamento interrumpir, doctora Linton, pero ¿podría hablar con usted?

Will sintió que la rabia lo invadía.

—Aún no…

—No pasa nada —interrumpió Sara—. No puedo decirle gran cosa.

Amanda sonrió, como si fuese una reunión social.

—Cualquier cosa sería de mucha ayuda.

Sara había relatado tantas veces los incidentes durante las últimas horas que los repitió casi de carrerilla. Les dio una versión abreviada de su declaración, omitiendo la descripción de la mujer yonqui, la cual, sobre el papel, resultó muy similar a la de cualquier otra drogadicta. Tampoco describió la basura que había alrededor del contenedor, ni lo que hizo el personal sanitario, ni el protocolo que había seguido. Se centró en lo importante: en el joven que la había mirado detenidamente desde detrás de la cortina, el que le había propinado un puñetazo en el pecho, y el mismo que le había pegado dos tiros al paciente en la cabeza. Era delgado, de raza blanca, de unos veintitantos años. Llevaba una sudadera negra y una gorra de béisbol. Durante el escaso tiempo que pasó desde que le vio hasta que murió, no había pronunciado ni una palabra. Lo único que había oído era un gruñido, y luego salirle el aire de la garganta cuando dejó de respirar.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.