Palabras pintadas by Amanda Clark

Palabras pintadas by Amanda Clark

autor:Amanda Clark [Clark, Amanda]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-06-30T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 4

Actualidad. Barcelona, España.

Violeta apartó los ojos de aquel viejo diario y observó la lluvia con cara de disgusto. No tenía ni idea de dónde se encontraba, pero desde luego, aquel lugar no estaba cerca de su casa. El clima era demasiado distinto. Se enroscó un poco más en la única manta que había encontrado para tratar de combatir el frío y la humedad que lo impregnaba todo en aquel lugar. Aguantó las ganas de llorar. Cada vez veía más difícil que alguien la encontrara. Había perdido la cuenta del tiempo que había pasado, pero estaba segura de que llevaba en aquel ruinoso granero más de cuatro días. Y cada minuto contaba. Cuanto más tiempo pasara, menos pistas tendría la policía para encontrarla. No entendía quién podría querer secuestrarla a ella, una pintora mediocre y sin dinero. Sin embargo, algo en su interior le decía que todo lo que estaba pasando tenía algo que ver con Laroche Auctions y la desaparición de Susana Ribas. Y con Martin. Suspiró con fuerza al recordar los ojos azules de aquel hombre. Él era el culpable de todo. Se había acercado demasiado a él y no le había traído más que desgracias. Escuchó de nuevo las palabras de Alicia en su cabeza. Martin es peligroso. Ojalá la hubiera escuchado cuando tuvo la oportunidad. El rugido de su propio estómago la sacó de sus pensamientos. Apenas había comido y su estómago se retorcía a cada segundo. La perspectiva de que su secuestrador apareciera por la puerta empezaba a no parecerle tan horrible. Quizá le trajera agua o algo de comer. Como si lo hubiera conjurado, escuchó la puerta del granero abrirse. Violeta se arrastró ligeramente hasta la pared más alejada, como si la distancia fuera a protegerla de algo. Observó aquella descomunal silueta parada en el umbral de la puerta. Deseó con todas sus fuerzas no temblar como una hoja, pero tenía demasiado miedo. El hombre llegó hasta ella cargado con un paquete estrecho y alargado envuelto en papel marrón bajo un brazo. Llevaba un maletín en el otro. Violeta frunció el ceño y se preguntó qué llevaría ahí adentro. Esperaba que no fueran utensilios de tortura. Cuando llegó hasta ella, el hombre le dedicó una sonrisa que le cortó la respiración. Nunca nadie le había infundado tanto miedo.

—Buenas noches, Violeta —dijo con una voz rugosa que le provocó escalofríos. La chica se limitó a mirarle, incapaz de decir nada—. Sé lo que estás pensando. Qué habrás hecho tú para merecer esto, ¿verdad? —Violeta continuó en silencio, observando cómo su secuestrador rompía el papel marrón que envolvía aquel paquete. La chica enarcó las cejas al ver frente a ella un lienzo en blanco.

—¿Qué es esto? —balbuceó al fin, superada por la curiosidad.

—Tu nuevo trabajo.

—¿Cómo? —preguntó arrugando las cejas sin comprender a qué se estaba refiriendo.

—Toma —ordenó el hombre sin responderle, tendiéndole aquel maletín que llevaba en su mano derecha. Violeta lo cogió y lo abrió con cuidado, temerosa de lo que se encontraría dentro. Se



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