Palabras para Olivia by Nativel Preciado

Palabras para Olivia by Nativel Preciado

autor:Nativel Preciado [Preciado, Nativel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2024-02-14T00:00:00+00:00


* * *

A la quinta cerveza, apareció el recepcionista: asomó la cabeza, consideró que estaba muy lleno y reanudó el paso.

—¡Paulino! ¡Paulino! —gritó con su modulada voz de actriz.

El aludido se volvió alterado y saludó tímidamente a Aitana.

—¿Por qué no entras? Ven, te hago un hueco aquí conmigo. Y te invito. Dime, ¿qué quieres tomar? ¿Una caña?

El hombre, extrañado y aturdido, terminó quitándose la boina y aceptando la oferta de la joven. No tenía nada mejor que hacer en todo el año. Pidió un café y se empeñó en pagarlo él, pero Aitana, algo beoda, rozando la violencia, no le dejó. Paulino estaba fascinado con ella.

Costó más de la cuenta llevarlo al asunto que le interesaba. Tenía que ser muy prudente y era consciente de su estado.

—¿Qué haces aquí sola? —preguntó Paulino.

—¡Eso mismo quisiera saber yo! Te juro que no lo sé. Es que mi amigo se ha ido de excursión y yo he preferido venir a este bar, que es buenísimo. Me habían hablado de él y quería conocerlo. ¡Estoy de turismo!

—¿No os habréis enfadado? —Se arrepintió enseguida—. Perdona la indiscreción, olvida la pregunta.

—¡No te preocupes! —Pensó—. No. Con Teo es imposible enfadarse. Y, sin embargo, siempre estoy enfadada con él. Soy mala, ¿verdad, Paulino?

—¿Eh? No lo creo.

—Es porque lo quiero mucho, pero… no me gusta cómo es. Espera, no es eso. Lo que detesto es que se haga daño. Es como el enemigo de mi mejor amigo, por eso lo odio y lo quiero. Me explico fatal, lo siento. Tómate una caña, anda, y así me entiendes.

—Mejor voy a pedir un tinto.

—¡Genial! —Lo pidió ella, a gritos—. Tú es que no lo conoces. A Teo, quiero decir. ¿O sí? Bueno, ¡a sus padres seguro que sí! Su madre es de un pueblo muy cerca del tuyo, Boñar: Carmen Tiedra.

—No. No la conozco —respondió negando con la cabeza y dejando caer con descaro la barbilla, detalles que Aitana, como actriz, captó a la perfección.

—¿Seguro? Pues su marido, el padre de Teo, era locutor de radio en los años ochenta. Mauro del Valle. Muy conocido, lo mató un lobo en Boñar. Eso sí te tiene que sonar.

Paulino miró al techo con la boca entreabierta, aunque ya sabía la respuesta.

—Pues ahora mismo no caigo. ¿Fue hace mucho?

—Paulino, no me jodas. Fue hace treinta años, pero es que no me creo que no sepas perfectamente de qué te hablo. Salió en la prensa de toda España. Seguro que en León no se habló de otra cosa durante meses. Ni en tu pueblo.

La actriz apoyó su vaso, pero lo dejó demasiado al borde de la barra y cayó al suelo. Se agachó él a recogerlo, ella se disculpó, pidió otra y le recordó a Paulino el punto donde habían dejado la conversación.

—Perdóname, Aitana. Tengo mala memoria. Es posible que sí me suene. Oye, ¿no es muy pronto para beber? ¿Seguro que estás bien?

—Estoy perfectamente. Hacía tiempo que no estaba tan bien como desde que llegué a León, fíjate.

—¿Has venido de vacaciones? —Ella no



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