Objetivo en movimiento by Jason Fry & Cecil Castelluci

Objetivo en movimiento by Jason Fry & Cecil Castelluci

autor:Jason Fry & Cecil Castelluci
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Fantástico, Juvenil
publicado: 2017-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 12

CÓDIGOS DESCIFRADOS

Leia no se imaginó que entrar en calor pudiera ser tan doloroso. Los cuatro se recostaron en el salón del Mellcrawler, envueltos en unas sábanas con olor a humedad que Nien encontró en algún lugar de la bodega. Tomaron sopa en unas tazas despostilladas, mientras el sullustano caminaba inquieto y les preguntaba si querían caldo, té o algo más.

—Debe permanecer acostada y quieta, y así recuperará sus fuerzas, princesa —señaló Lokmarcha, envuelto en una sábana, al otro lado del mueble de aceleración.

—No, no debe —protestó Kidi—. Debe sentarse si ya está lista. Mantener la sangre en movimiento.

—Sé que sobrevivimos porque ustedes dos ya comenzaron a discutir una vez más —dijo Leia, y no le quedó más que sonreír cuando Kidi y Lokmarcha parecieron avergonzarse.

Leia se preguntó qué dirían sus tías si la vieran: mugrosa, medio congelada y cubierta de mordeduras. Probablemente le darían un sermón sobre la importancia de cuidar su apariencia y elegir buenas amistades.

«Las damas no trepan por chimeneas», pensó con una sonrisa. «Al menos en la casa Organa no lo hacen».

—¿Por qué no respondiste a nuestros llamados, Nien? —preguntó Antrot, desde donde se encontraba recostado en la cubierta—. ¿Seguías consumiendo el grog novaniano que recordaste?

—Ojalá —respondió Nien—. Fue por el Imperio.

—Me lo imaginé —gruñó Lokmarcha—. Los cazas TIE los delataron.

—El Imperio llegó con una nave de aterrizaje —les contó Nien—. De ahí salieron soldados de asalto y comenzaron a buscar por los túneles. Los imperiales verificaron el registro de todas las naves y las licencias de los capitanes. Afortunadamente para nosotros, mis documentos fueron falsificados por los mejores hackers del Borde Exterior. Pero, aún así, la revisión llevó mucho tiempo. Y yo no podía recogerlos…

Las orejas del sullustano cayeron con laxitud. Leia le sonrió.

—Hiciste lo correcto, Nien —dijo, acercándose para apretar su mano—. Estamos vivos gracias a ti.

—Bueno, tal vez tuve algo que ver en eso —aceptó Nien con una sonrisa—. De cualquier manera, estamos a salvo en el hiperespacio y nos dirigimos hacia el sistema Sesid. Pero antes de que diéramos el salto, comprobé las frecuencias: la señal se estaba transmitiendo fuerte y clara.

—Pero no entiendo —cuestionó Kidi—. ¿El Imperio llegó ahí por casualidad? ¿O nos estaba buscando?

Leia levantó el rostro y se encontró con que la mirada de Lokmarcha estaba sobre ella. Sabía lo que él estaba pensando, que su plan estaba funcionando. ¿Pero acaso eso era cierto? ¿O solo era una coincidencia, algún tipo de medida ofensiva que no tenía nada que ver con ellos? Ningún sistema estelar estaba realmente fuera del alcance del Imperio.

Ella ahuyentó ese pensamiento, pues no los ayudaría a completar su misión.

—Ya nos preocuparemos de eso durante la mañana —dijo—. Por ahora, sugiero que descansemos un poco. Ha sido un día muy largo.

—Eso es una excelente idea —dijo Lokmarcha, poniéndose de pie y dirigiéndose a la cabina que compartía con Antrot. Después, volteó y les ofreció una pequeña reverencia—. Buenas noches, damas y caballeros —agregó—. No dejen que las terribles alimañas de las paredes los muerdan.

—No es gracioso —refunfuñó Kidi.



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