Nostalgia del desastre by Constanza Michelson

Nostalgia del desastre by Constanza Michelson

autor:Constanza Michelson [Constanza Michelson]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9789566291428
editor: Seix Barral Chile
publicado: 2024-09-29T00:00:00+00:00


Cosas que olvidan morir

I.

¿Cómo habrá sido el primer día tras la expulsión? Doloroso y vergonzante, dice la Biblia. Porque la pérdida de la inocencia es padecer de sopetón una conciencia del sexo y de la muerte. Si lo pensamos, la caída es quizá la más grande de las revoluciones sexuales. Quizá la única. Las demás parecen arreglos morales que cada época ofrece para un problema sin solución. El problema, desde luego, es el hecho de que la revolución sexual va de la mano de otra revolución, la de la muerte. Recordemos que, además del árbol del conocimiento, en el Edén había otro árbol, el de la vida. Si a Adán y Eva no les interesó su fruto es porque en el paraíso no hay muerte. Si Dios expulsa a la primera pareja es porque sabía que después del conocimiento irían tras la inmortalidad.

“He aquí, el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal; ahora, pues, no sea que extienda su mano y coma también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre”. Génesis 3,22.

¿Podría ser que progresar sea una línea curva? Una en la que en cierto punto del saber hacer busquemos volver al origen: a la vida sin muerte.

Las primeras criaturas, asexuadas e inmortales, son, si se quiere hablar de origen, lo primero. Los organismos asexuados, como las bacterias, se reproducen a partir de una partición de sí, se duplican de manera idéntica. No tienen abismo, es decir, ni sexo ni muerte. Quizá la memoria de esa clase de vida, la primera, exista en nosotros, bajo la forma de un olvido de morir.

A ese olvido se le ha llamado pulsión de muerte. Y tiene la cualidad de lo que no tiene fin, en el sentido de una meta, pero también de término. Va más allá de una satisfacción, pide más y más. Es inercia y desmesura. A veces, un invasor. Su falta de límite es lo que nos puede llevar a la muerte, pero no es su propósito, precisamente porque desconoce la muerte.

Decimos: no puedo parar.

Pulsa sin idea, aunque se oculte bajo unas cuantas. Como escribió Jean Baudrillard, no solo la clonación o los padres que usan la sangre de los hijos para rejuvenecer, la criogenización o la idea de encriptar la memoria de los muertos son formas de retornar a una endogamia primitiva –un incesto, pero sin drama– de la cual la evolución liberó a las criaturas. También lo es cada invento, cada idea que se propone crear un universo homogéneo en contra del abismo y la alteridad. Asimismo, los resentimientos eternos, las infancias pasadas de tiempo, los amores voraces, la locura y la locura y la locura. Las ideas que parten bien, pero caen en el ridículo o en la masacre porque no son capaces de detenerse. Una curiosidad del mundo post es que, aunque se declare el fin de las cosas, las cosas siguen andando, pero liberadas de su idea, de su origen y de su fin; entran en una fase de autorreproducción al infinito.



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