Normas de cortes??a by Amor Towles

Normas de cortes??a by Amor Towles

autor:Amor Towles [Towles, Amor]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


14

Honeymoon bridge

El domingo por la tarde, Wallace y yo nos dirigimos a la punta norte de Long Island en un descapotable verde oscuro.

La promesa que él había querido cumplir era la de llevarme a practicar tiro, desde luego algo excepcional por mucho que le hubiera costado decidirse. Cuando le pregunté qué debía llevar, sugirió algo cómodo. Así que me vestí tal como pensaba que lo habría hecho Anne Grandyn: con pantalones caquis y una camisa blanca remangada. Supuse que si no me daba resultado como atuendo para disparar, siempre podría servirme de atuendo a lo «Amelia Earhart se pierde en el Pacífico y nunca se vuelve a saber de ella». Él llevaba un raído jersey azul de cuello en pico con cenefas amarillas y rotos en las mangas.

—Creo que tu peinado es... súper —dijo.

—¿Súper?

—Perdona. ¿Ha sonado poco... halagador?

—Súper no está mal. Aunque precioso y glamuroso también resultan halagadores.

—¿Qué tal... precioso?

—Así me gusta.

Era un luminoso día de verano, y a sugerencia de Wallace cogí unas gafas de sol de la guantera. Me recliné en el asiento y observé cómo el sol moteaba de colores las hojas de la alameda, sintiéndome una mezcla de reina egipcia y aspirante a estrella de Hollywood.

—¿Has sabido algo de... Tinker y Eve? —preguntó.

Era el típico tema en común del que se sirve un conocido para romper el silencio.

—Te diré una cosa, Wallace: si tú no tienes necesidad de hablar de Tinker y Eve, yo tampoco la tendré.

Se echó a reír.

—Entonces, ¿qué diremos para... explicar cómo nos conocimos?

—Diremos que me pillaste cuando intentaba robarte la cartera en el mirador del Empire State.

—De acuerdo. Pero sólo si... contamos que fuiste tú quien me pilló a mí.

El club de caza de Wallace tenía un aspecto sorprendentemente destartalado. Por fuera, el pórtico bajo y las altas y blancas columnas constituían un triste remedo de una mansión sureña. En el interior, los suelos de pino eran irregulares, las alfombras estaban raídas y los grabados de Audubon levemente ladeados, como si hubieran sido víctima de un lejano terremoto. Pero al igual que el jersey apolillado de Wallace, el aire de decadencia del club parecía contribuir a que aquél se sintiera relativamente a gusto.

Tras una mesa diminuta junto a una vitrina de trofeos estaba sentado un empleado muy atildado que vestía polo y pantalones de sport.

—Buenas tardes, señor Wolcott —dijo—. Lo tenemos todo listo en el sótano. Liemos preparado el Remington, el Colt y la Luger. Pero ayer llegó una Browning automática y he pensado que le gustaría echarle un vistazo también.

—Estupendo, John. Gracias.

Wallace me llevó al sótano, donde había una serie de estrechas calles separadas por tabiques de madera blanca, y al final de cada calle una diana de papel sujeta a una pila de balas de heno. Junto a una mesita, un joven cargaba las armas.

—No te molestes, Tony. Ya... me ocupo yo. —Wallace volvió la mirada y me sonrió—. ¿Por qué no... te acercas un poco más?

Tony había dejado las armas con los cañones apuntando en la misma dirección. Con



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.