No seréis ángeles by Ángel Martínez Aizpurúa

autor:Ángel Martínez Aizpurúa
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
publicado: 2019-07-16T22:00:00+00:00

Ciento ochenta euros.

Noventa por el mes corriente y otros noventa a modo de fianza.

Un precio elevado porque las plazas de garaje en ese barrio escaseaban. Una buena inversión, en cualquier caso. La única forma de acercarse al inspector, aunque todavía no había trazado su plan. Otro se había cruzado en su camino. Al igual que la escritora lesbiana, no lo esperaba, pero internet se lo había puesto muy fácil. No obstante, antes de seguir avanzando, necesitaba dejar zanjado el asunto de la plaza de garaje por si a la vuelta alguien se la hubiese quitado. Era una inversión, no una necesidad real de tener un lugar en el que estacionar los vehículos de alquiler que iba utilizando. Mucho dinero gastado, pero merecía la pena. Por eso había decidido viajar en Clase Preferente, aunque fuese un poco más caro. Asientos cómodos y un poco de mimo por parte de las azafatas. Algo de contacto humano con personas que no estuvieran en su lista ni le pidieran un suplemento por haberse olvidado de llenar el depósito de combustible.

Sentado en su amplia butaca, no rechazó el periódico porque a buen seguro hablarían de él, aunque no leería nada nuevo, pues era la edición de primera hora de la mañana. Le dedicó un par de minutos porque necesitaba pensar. El objetivo no era un blanco fácil, pero de nuevo en una página de internet habían hablado de sus movimientos. Los conocía de otras ocasiones, como gran parte de la gente de su lista. No todos eran una prioridad, y de hecho algunos no se merecían acabar como él pretendía. No estaban cortados por el mismo patrón y varios habían conseguido algo más que hacer de su homosexualidad su herramienta de trabajo. La sociedad en general no les reconocía, y solo estaban en esas listas porque al editor de turno se le antojaba que eran una buena propaganda para el colectivo de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. Logros para toda la sociedad sin importar que su orientación sexual fuese el rasgo más distintivo como les querían hacer creer. Era el caso de Kiko, cuya empresa de ropa no estaba dirigida a maricones, y serlo era un atributo más como podría haberlo sido pertenecer a la religión budista, ser seguidor del Atlético de Madrid, o tener una discapacidad física. Pero le daban bombo. Y Kiko se enorgullecía de ser maricón. Lo mismo que su siguiente víctima.

Dejó de buscar excusas. Tenía que centrarse y repasar mentalmente su plan. No llevaba consigo todo lo que había empleado en otras ocasiones porque lo hubiesen descubierto en el escáner por donde tendría que haber dejado la maleta en caso de llevarla. La jeringuilla había podido colarla en dos piezas. Una en el bolsillo de la chaqueta, y si la hubieran encontrado habría dicho que se trataba de un antihistamínico porque era alérgico a algo. La aguja estaba dentro del bolígrafo que había dejado en la bandeja junto a las llaves de su casa y el teléfono móvil. No le habían descubierto y consiguió montarse en el tren de alta velocidad para continuar con su plan.

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