No puedo evitar amarte by Josephine Lys

No puedo evitar amarte by Josephine Lys

autor:Josephine Lys [Lys, Josephine]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Histórica, romántica
publicado: 2019-07-21T22:00:00+00:00


CAPÍTULO XII

Andrew tenía a Aili estrechada contra su pecho mientras intentaba conciliar lo que había descubierto con la historia que le había contado. Dejando aparte sus pensamientos, se levantó bajo la mirada interrogante de Aili. Andrew juraría que también vio en ellos sensación de pérdida cuando deshizo el abrazo y la dejó en la cama. Se acercó a la pequeña mesa que había bajo la ventana y cogió un paño limpio, mojando parte de él en agua. Volvió a la cama y apartó suavemente las sábanas que ocultaban las piernas de Aili. Cuando ella comprendió las intenciones de McAlister ya no podía detenerle. Andrew estaba limpiando los restos de su encuentro de la piel de Aili con suma delicadeza. Al instante, la cara de Aili cambió de color. Ella no esperaba ver restos de sangre entre sus muslos y en las sábanas.

Buscó los ojos de Andrew en busca de respuestas. Estaba completamente perdida.

—Andrew, yo pensaba… pensaba que solo había sangre la primera vez. ¿Por qué hay tanta sangre?

Andrew comprendió que Aili estaba desorientada en ese instante. Le miraba de forma desesperada por comprender algo de lo que estaba ocurriendo.

—Hasta esta noche eras virgen. Esta ha sido tu primera vez.

Aili negó con la cabeza y miró a Andrew con recelo y una chispa de furia en los ojos.

—No, no lo es. Ya te conté lo que pasó. Cuando desperté tenía sangre y McNaill me dijo, él me dijo…

El McAlister apretó los dientes, maldiciendo por lo bajo.

—Ese bastardo te mintió —dijo cogiendo la mano de Aili entre las suyas.

Ella le soltó con determinación mientras seguía negando con la cabeza.

—No, no… ¿Por qué haría eso? Eso significaría que todo por lo que he estado pasando…, que… Dios mío. —Contrajo el gesto y rompió a llorar—. ¿Entonces no lo hizo? —preguntó con la voz tan cargada de esperanza que a Andrew no pudo mantenerse alejado de ella sin tocarla. Puso una de sus manos en la mejilla de Aili, borrando con su pulgar algunas de las lágrimas que libremente danzaban por su piel creando un sendero húmedo.

—No, Aili, no lo hizo —dijo Andrew intentando que ella tomara conciencia de la verdad.

La joven se lanzó hacia él, ocultando el rostro en su pecho y abrazándolo por la cintura. Andrew la abrazó a su vez, reconfortándola, calmándola con suaves besos esparcidos por su cabello y tocando su espalda con un relajante movimiento circular. Jamás pensó que el llanto de alguien pudiera afectarle tanto pero la única realidad era que escucharla llorar era peor que tener un hierro ardiente alojado en las entrañas. Dolía demasiado, sobre todo cuando quería borrar su sufrimiento y sabía que no podía hacerlo.

Aili empezaba a creer que lo que Andrew le había dicho era verdad. En realidad McNaill no abusó de ella. Por primera vez en meses podía respirar, no de una manera superficial, lo suficiente para seguir viviendo, sino como un ser humano debe hacerlo, sintiendo entrar el aire de tal manera que su pecho se hinchara con cada inhalación, sin experimentar un dolor sordo en el mismo cada vez que lo intentaba.



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