Negocios orientales by S. J. Rozan

Negocios orientales by S. J. Rozan

autor:S. J. Rozan [Rozan, S. J.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2004-12-15T00:00:00+00:00


19

La persona que tenía más posibilidades de decirnos si la taza que la señora Hsing deseaba quedarse pertenecía o no a la colección Blair era la propia señora Blair. También podíamos preguntárselo al doctor Browning, pero era posible que no lo recordara o que no hubiera llegado a verla. Cuando Bill y yo habíamos hablado con él, nos había dicho que había echado un vistazo a lo que había en todas las cajas. Sin embargo, esa taza en concreto no aparecía en sus fotografías. Además, a juzgar por el estado de su apartamento, la precisión metódica no era su estilo.

Pero sí que era el de la señora Blair.

Tenía muchas ganas de verla. Pero antes, deseaba hacer otras cosas.

Una de ellas era comer. Estaba famélica, pues todo proceso de curación me abre el apetito. Esto lo descubrí cuando tenía ocho años y me rompí la muñeca en el patio del colegio intentando escapar de Tim, que me estaba siguiendo por todas partes solo para molestarme.

—No deberías haberle hecho caso —me reprendió mi madre, mientras trajinaba por la cocina y yo examinaba el yeso reluciente sentada a la mesa. Mis hermanos, incluido Tim, seguían en el colegio, pues habían tenido que quedarse hasta el final de la jornada. En cambio, yo estaba en casa a primera hora de la tarde, bebiendo té y comiendo crujiente pasta de arroz.

Tras este incidente, mi padre había decidido que todos sus hijos necesitaban la disciplina que proporciona el estudio de las artes marciales. La academia de Kung Fu de Chinatown a la que envió a mis hermanos no aceptaba mujeres, pero fuera de la comunidad encontró una escuela de Tae Kwon Do para mí. Cuando murió, cinco años después, yo era la única de todos sus hijos que seguía practicando las artes marciales.

Pero en estos momentos me sentía agarrotada, dolorida y demasiado hambrienta para centrar mis pensamientos. En el cajón superior de mi escritorio guardaba diversas cajas con diversas cosas en su interior. Cogí la de las tarjetas de visita, que estaba dividida en varias secciones, y saqué un par de tarjetas con la dirección de Taiwán. El tipo de engaño que planeaba utilizar ya me había dado buenos resultados con anterioridad.

Abandoné mi oficina pero, antes de hacerlo, me encaramé al estante del armario para coger la Smith & Wesson .22 que escondo allí y que raramente utilizo. La examiné, la cargué y la guardé en el bolsillo. Considero que una .22 no es una pistola de verdad y me gusta mucho más mi .38, pero la Smith & Wesson tiene dos ventajas. En primer lugar, es pequeña, ligera y puede llevarse en un bolsillo holgado, de modo que no es necesario usar cartuchera… algo que agradece infinitamente una persona que tiene magulladuras por todo el cuerpo.

Y en segundo lugar, era el arma que tenía en mi poder y que no me habían quitado los Dragones Dorados.

Me encaminé hacia la Arrocería Pavo Real, donde comí Sopa de Marisco Chow Fun mientras meditaba la pregunta que había planteado Bill.



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