Nada que decir by Silvia Hidalgo

autor:Silvia Hidalgo [Hidalgo, Silvia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Psicológico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-10-01T00:00:00+00:00

El cuadro

La perra ha debido asustar al fantasma de su padre, las alarmas del coche también se han apagado. Nada en el retrovisor ni en el salpicadero, y la ciudad, a lo lejos, ya visible.

Le había preguntado a su madre si también se le había aparecido el fantasma de su padre. De noche, le confesó, había visto su sombra pasear desde la habitación al baño,

pobre papá, muerto y todavía teniendo que ir al baño

Qué existencia esa. Hay un momento antes y después en la relación con un padre, y poco tiene que ver con que descubra que a su hija le ha bajado la regla, que tiene relaciones sexuales, o con que lo convierta en abuelo, con el primer manotazo que le da en la cabeza o con lo que sea que termina decepcionándolo. Nada de eso se interpone cuando la hija tiene que ayudarlo por primera vez a orinar en un bote.

Sus últimos meses giraron en torno a la orina. Su hija no se compadece, porque ¿en torno a qué gira ella?

La casa ahora se le hace extraña y siente curiosidad por cada cajón y cada esquina.

Apenas queda rastro de que ella naciera y viviera allí. Ha visitado casas de escritores que nacieron hace siglos y guardan objetos, muebles. En cambio, ella había sido borrada, apenas queda alguna foto cubierta de polvo enganchada por una esquinita entre la vitrina y el marco de un mueble.

Ha demostrado tener una gran capacidad para desaparecer. En sus trabajos, un correo de despedida. En su matrimonio, una furgoneta de mudanzas.

Ella hizo el cálculo, ¿en cuántas cajas cabría su vida? Ocupaba más de lo que pensaba, necesitó veinte cajas pequeñas, bien podría haberse ido sin nada, todo era sustituible, libros que no releería y ropa que ya no le gustaba. De nuevo una desaparición asombrosa, un gran número de magia. La mujer primero es cubierta con una sábana, una sin agujeritos, un fantasma sin ojos, después el mago da unas vueltas alrededor de ella, un poco de distracción con sonrisas, lentejuelas y pasos de baile, y cuando levanta la tela ¡bum!, ya se ha esfumado.

La mayoría de las cajas no las ha abierto, siguen apiladas formando un fuerte alrededor de la cama. El resto de la casa de su madre está enterrado bajo muebles y las paredes ya apenas soportan el peso de los óleos con bodegones que las cubren. Hubo un tiempo en el que a su padre le gustaba pintar. En la habitación del padre descansan apilados los lienzos que no fueron seleccionados para la exposición. Entre ellos, un retrato de ella niña que no recordaba. Sesión de espiritismo. El fantasma de su padre contándole algo. Ella atenta, sentada en la cama, queriendo revivirlo.

Tiene cuatro, cinco años. Está tumbada en el sofá viendo la tele, su padre pasa por el salón, pero no se sienta, así que puede terminar de ver el capítulo entero, le gusta el personaje de Milady, siempre aparece de noche, sola e inquietante. Cuando ya se está acabando, su padre la reclama desde la cocina.

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