Muerte de una librera by Alice Slater

autor:Alice Slater [Alice Slater]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788410183872
editor: Siruela
publicado: 2024-09-29T00:00:00+00:00

Roach

Era mi día libre y salí a pasear por el parque escuchando un pódcast sobre novias de condenados a muerte. Un pequeño spaniel nervioso y consentido con abrigo rosa y un chucho malhumorado de patas arqueadas correteaban sobre la hierba embarrada y cada vez que se alcanzaban se detenían a olisquearse un rato el ojete mutuamente, mientras sus propietarios charlaban a cierta distancia en el sendero agrietado y salpicado de hojas.

Siempre me había gustado fantasear con que era la prometida de un preso del corredor de la muerte. Vestida de gasa negra, cazadora de cuero y gafas de sol. Me gustaba la idea de escribirle a un asesino en serie encarcelado para entablar amistad e intentar averiguar sus motivaciones. Aunque era difícil encontrar asesinos en serie guais en Reino Unido. Carecían del glamur de los demonios californianos de los años setenta, con sus malévolas sonrisas y el sarcasmo de sus declaraciones a la prensa, su arrogancia de estrellas de rock y esa irresistible indiferencia que proyectaban hacia todo y hacia todos. Era como el sueño americano en versión satánica: chicas con camisetas escotadas que hacían autostop y subían a coches de desconocidos sin pensarlo dos veces, amas de casa que no cerraban con llave la puerta trasera de sus casas y dormían con las ventanas incitadoramente abiertas. Pero eso era entonces. La edad de oro de los asesinos en serie había terminado y las posibilidades de encontrar a uno con el que casarse eran remotas. Tendría que apañármelas con Sam y su cara angulosa que me recordaba a Ramírez.

Richard Ramírez se casó en el corredor de la muerte. Tenía auténticas grupis que se presentaban en todas las sesiones durante su juicio y le enviaban cartas, le enseñaban las bragas y las tetas, le enviaban fotografías en poses eróticas y le contaban con todo lujo de detalles sus más íntimas y salvajes fantasías para seducirle. Aunque a él no le interesaba nada de eso. La mujer que se casó con él no era como las demás grupis. Era una normie en toda regla, una cristiana obsesionada por salvar el alma de un asesino. El día de su boda fue vestida de gasa negra, pero se divorció de él cuando una prueba de ADN le relacionó con algo demasiado fuerte para que incluso su estómago pudiera digerirlo. Yo pensaba a menudo en ello. Era casi como una cuestión de honor entre ladrones. Supongo que todos tenemos un límite.

Sentí las llaves de Laura, frías y ligeras, en la palma de mi mano. Eran dos llaves estándar en un llavero de cuarzo rosa junto a otra pequeñita del tamaño de la uña de un dedo pulgar. No eran más que llaves corrientes, pero ¡las puertas que podían abrir! Eran un portal a su mente, a su pasado y su presente. A su yo interior, su santuario, su historia. La historia de su madre. Laura se había convertido en un muro impenetrable, pero al final yo había encontrado el modo de entrar. El entusiasmo crecía en mi interior mientras caminaba hacia mi destino.

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