Miseria by Dolores Reyes

Miseria by Dolores Reyes

autor:Dolores Reyes [Dolores Reyes]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ficción
ISBN: 9788420474878
Google: 3ii5zwEACAAJ
Amazon: 8420474878
editor: Alfaguara
publicado: 2023-08-22T03:00:00+00:00


43

Cometierra y el Walter ya se fueron. El silencio en la casa me hace dar ganas de dormir un rato más, pero el bebé me mira con los ojitos brillando y sacude sus manitos. Puedo pasarme horas viéndolo. Tiene las uñas transparentes, como si fueran de papel. Lo acerco lo más que puedo para sentirle el aliento y algo también se despierta en mí. El olor de mi bebé me enciende. Tengo unas ganas terribles de besarlo hasta más allá de la carita y el cuello para seguir recorriéndolo con la nariz y la boca. Pero él se prende a una de mis tetas y empieza a chupar, agarrado como si fuera un mono. Se está poniendo gordo y me parece casi imposible que mi cuerpo pueda rellenarlo tanto. Ya no es el bebé, es el Pendejo como le dicen todos. No para de crecer y cada día está más fuerte. Menos las tetas, yo estoy más flaca que nunca.

Nuestras mañanas juntos empiezan siempre igual. Chupa un buen rato y a mí se me seca la garganta. Afuera no hay quién me pase un mate o un vaso con agua, así que ni bien termina salgo corriendo a la canilla de la cocina.

Cuando mi hijo empieza a jugar con la teta como si fuera un chupete, lo saco para ir a buscar el celular que dejé cargando cerca de la cama y llamo al Walter. El teléfono suena cinco veces pero él no me atiende. Le escribo un mensaje: ¿Hoy paran un rato para almorzar? Pero lo borro antes de enviarlo. Miro la cabecita ovalada de nuestro bebé y escribo otro: ¿Podés venir a comer con nosotros? Esta vez sí lo mando. No le digo cuándo, le doy todo el día para que se escape para pasar ese tiempo los tres juntos. Mientras tanto no tengo idea de lo que vamos a hacer. Quiero sacarle el pañal y darle un baño, hacerlo jugar con el agua sin que tome frío, pero cada vez que intento meterlo en la ducha grita como loco. Además todavía no se sienta solo. Siempre lo termino secando antes de terminar. Y tengo que darle la teta de nuevo, sin secarlo ni vestirlo porque recién ahí se calma. Si el Walter estuviera con nosotros, todo sería distinto. Hoy vamos a dar una vuelta. Me gustaría que estuviera la Polenta para que juguemos un poco los tres, pero Cometierra se la llevó bien temprano. Somos, como siempre, el bebé y yo. Salimos y me parece que nunca estuve más sola ni encerrada. Caminamos un rato largo, buscando el sol para mí y para el bebé y ahí lo veo: un pasacalle de lado a lado de la cuadra que da a la General Paz: Magia negra. Se hacen amarres y trabajos para el amor. Madame Reina de la Noche y un número de teléfono.

Un huevo roto y negro vuelve a mí, pero esta vez no me asusta. Aprieto al bebé contra mi pecho y siento que es la hora de pegar la vuelta.



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