Mi único objetivo, pequeña by Ariadna Baker

Mi único objetivo, pequeña by Ariadna Baker

autor:Ariadna Baker [Baker, Ariadna]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2023-05-14T22:00:00+00:00


Capítulo 15

Escuché la alarma del móvil y tras cogerlo de la mesita y pararla, me removí en la cama como cada mañana, solo que noté que estaba desnuda.

Al ver a John en mi cama, durmiendo bocabajo, desnudo al igual que yo y con la sábana cubriéndole solo desde media nalga hacia abajo, con los brazos bajo la almohada, me sobresalté.

Mierda, ¿cómo había podido quedarse dormido aquí? Si hubiera entrado mi abuelo… No quería ni imaginarlo, de verdad que no.

—John, despierta. —Le di un empujoncito en el hombro, pero no reaccionaba—. Por favor, despierta, tienes que irte.

Nada, ese hombre parecía estar en un sueño profundo, de esos de a más de diez mil metros en el océano.

—Joder, John, despierta, no pueden verte aquí —insistí, y al fin abrió los ojos.

Cuando se fijó en mí sonrió de medio lado y, sin el más mínimo reparo, me cogió por la cintura y acabó colocándome bajo su cuerpo para besarme a placer.

¿Podía seguir soñando con despertar así cada mañana el resto de mi vida? No, por supuesto que no.

—John —dije su nombre entre besos, y aproveché a seguir hablando cuando comenzó a besarme el cuello—. Para, tienes que irte, no pueden saber que has dormido aquí.

—No lo van a saber, nadie entra a buscarme en la habitación —respondió bajando con sus besos por mi cuerpo hasta detenerse en un pecho.

—No, no, para, en serio. John por favor. —Traté de apartarle, pero no me lo permitió, se limitó a sujetarme ambas muñecas por encima de la cabeza con una mano y seguir con sus besos por mi cuerpo.

Gemí al notar que pasaba la lengua por mi sexo y ahí sí que me di por vencida. Estaba completamente perdida y se dio un festín con mi clítoris y penetrándome con dos dedos hasta que me llevó al clímax.

—Buenos días, pequeña —susurró colocándose entre mis piernas, pero no me penetró.

—En serio, eres perjudicial para mi salud. Contigo en esta casa voy a perder años de vida.

—¿Por qué dices eso? —preguntó tras reír en mi cuello y dejó un suave beso allí.

—Porque nos exponemos mucho, ¿y si nos ve mi abuelo? Capaz es de coger la pistola de mi hermana y dejarte sin tus preciadas joyas.

—No, no haría eso.

—John, en serio, mi abuelo insiste en que mi hermana tiene que casarse, que no viva en pecado, como él dice. —Volteé los ojos—. ¿Imaginas qué sería capaz de decir si supiera lo que hacemos cuando ni siquiera somos pareja?

—No, ¿qué haría?

—Obligarte a casarte conmigo por mancillar mi honor.

John volvió a reírse y tuve que taparle la boca con ambas manos para que no le escuchara nadie.

Me besó la palma y tras cogerlas para retirarlas, se inclinó besándome en los labios.

—Si esa fuera la pena que me impondría, lo haría encantado —susurró mirándome a los ojos y yo no supe qué contestar a eso, me había dejado sin palabras.

Tras un último beso en la frente, sonrió y salió de la cama. No pude evitar quedarme mirando aquel cuerpo, observando todos y cada uno de sus músculos, la perfecta v que se formaba en sus caderas y su miembro aún erecto.



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