Matadero Cinco by Kurt Vonnegut

Matadero Cinco by Kurt Vonnegut

autor:Kurt Vonnegut [Vonnegut, Kurt]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Relato, Ciencia ficción, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 1969-01-01T05:00:00+00:00


TODO ES HERMOSO. NADA DUELE.

Nuevamente se encontraba en la enfermería de la prisión.

En la enfermería ya se había apagado la vela. El pobre Edgar Derby se había quedado dormido en un camastro contiguo al de Billy. Éste había saltado de la cama e iba a tientas, buscando una salida a lo largo de la pared, puesto que tenía una imperiosa necesidad de orinar.

De pronto encontró una puerta, la abrió y penetró en la noche de la prisión. Estaba aturdido a causa del viaje por el tiempo y de la morfina. Fue a dar con una alambrada de púas, que le hirió en una docena de sitios. Intentó apartarse, pero las púas le tenían preso. Así pues, empezó a danzar locamente, con la alambrada por pareja, dando un pasito hacia aquí, otro hacia allá, y vuelta al compás.

Un ruso que también había salido a orinar vio el baile de Billy desde el otro lado de la alambrada y se acercó curioso para presenciar el espectáculo. Le habló amablemente, preguntándole de qué país era, pero el danzarín no le prestó atención alguna y continuó bailando. Entonces el ruso le ayudó a desprenderse de las púas, una por una y él se alejó, bailando en la noche, sin una palabra de agradecimiento.

El ruso hizo un ademán con la mano y le dijo «adiós» en su idioma.

Billy extrajo su instrumento y, en la noche de la prisión, meó sobre el suelo. Después guardó más o menos sus intimidades y se enfrentó a un nuevo problema: ¿de dónde había salido, y por dónde debía entrar?

En algún lugar de la noche se oían gritos lastimeros. Como no tenía nada mejor que hacer, Billy se dirigió hacia allí. Se preguntaba qué tragedia ocurriría para provocar tales lamentaciones fuera de los barracones.

Billy ignoraba que se estaba acercando a la parte posterior de las letrinas. Éstas consistían en un cercado alrededor de doce cubos. La cerca la formaban tres paredes hechas de desperdicios de madera y latas aplastadas. El lado abierto daba a la negra tapia del barracón en donde había tenido lugar la fiesta.

Billy dio la vuelta a la cerca y llegó hasta un letrero recién pintado sobre la pared. Las palabras estaban escritas con la misma pintura rosa que había sido utilizada para decorar el escenario de La Cenicienta. La percepción de Billy era tan confusa que vio las palabras colgadas en el aire, como pintadas sobre un velo transparente y rodeadas de unas encantadoras manchitas plateadas. Éstas no eran más que las chinchetas que mantenían el cartel pegado a la pared. Billy no podía imaginar cómo se sostenía solo aquel velo pintado y supuso que tanto la cortina mágica como las lamentaciones formaban parte de alguna ceremonia religiosa que él desconocía.

He aquí lo que decía el cartel:



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