Maldito by Corelia Lane

autor:Corelia Lane [Lane, Corelia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Love & Romance, LGTBIQA+, LGBTIQA+, gay, lgtb, lgbt, Music, Erotica
ISBN: 9788863602851
Amazon: B0CKHS6CF4
editor: DirtyBooks
publicado: 2023-10-03T22:00:00+00:00

13. ¿Y si te arrepientes?

El aturdimiento llegó enseguida, a medida que la excitación se calmaba y recuperaba el ritmo de la respiración y el pulso. Se apoyó en la pared y se pasó las manos por el rostro. Con la calma también recuperaba el raciocinio, la consciencia de que aquello era un error. Salió para lavarse la cara y despejarse con el agua fría. Había sido un arrebato, de hecho al principio estaba cabreado, y parte de ese enfado regresó al recordar la droga. La saliva le sabía a cocaína y eso le trajo recuerdos desagradables. Tenía que hablar con Ronnie, pero por esa noche ya la había jodido suficiente. Cuando salió ya estaba esperando en la calle, junto al taxi al que había llamado. Antes de que el cantante abriera la puerta le detuvo agarrándole del brazo.

—Ronnie, eso ha sido un error. Siento haberme dejado llevar…

—Lo sé. Nos relajaremos en casa.

Fue así de sencillo. Ronnie palmeó su espalda y abrió la puerta, dejando que pasara primero. Entrar en el vehículo, donde no podría fumar, llenó sus pensamientos de cuánto necesitaba un cigarrillo en ese momento, alejando lo demás por unos segundos. Ronnie pasó a su lado e indicó la dirección. Cuando el coche arrancó, se quedó mirándolo, como si esperara algo. Una explicación, quizá una disculpa. Eso no le ayudaba a relajarse.

—No debería haberte besado y tú no deberías haberte metido en el baño con un extraño —dijo tras un momento de incómodo silencio.

—Es cierto. Pero ya está hecho. Y es peor lo del taxi.

—¿Qué pasa con el taxi?

Podía haberlo parado. Dave llegó a esa conclusión después, con la perspectiva que concedía el tiempo. Estaba entrenado para que nadie pudiera pillarlo por sorpresa, en eso consistía su trabajo. Podía haberle inmovilizado en cuanto empezó a moverse, pero esa parte de su mente de la que no se sentía orgulloso paralizó cualquier impulso profesional y permitió que sucediera. De repente lo tenía encima, sentado a horcajadas, frotándose como si quisiera borrarle una mancha de la entrepierna y robando su aliento con un nuevo beso implacable.

El conductor dijo algo en italiano, seguramente una maldición o un insulto, pero ni siquiera le escuchaba. Sus sentidos volvían a estar sumergidos en Ronnie. Ahora su saliva sabía dulce, como el cóctel que tomaba en el bar instantes atrás. La erección que había logrado calmar en el baño volvió a erguirse como si jamás se hubiera relajado, pulsando contra los pantalones torturada por los movimientos del cantante. Dave metió las manos bajo la falda y agarró con fuerza sus nalgas sobre la ropa interior, lo apretó contra su cuerpo mientras luchaba por dominar el beso apasionado que compartían. No estaban lejos, pero el trayecto se deformó, haciéndose eterno a la vez que efímero. Cuando el taxi dio un frenazo a la puerta del apartamento, Dave aprovechó la inercia hacia delante para abrir la puerta y salir cargando al cantante, que tiró varios billetes de diez euros al interior sin molestarse en preguntar el precio de la carrera.

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